La administración bolivariana, se asemeja a la pegajosa letra del son del Buenavista Social Club “el cuarto de Tula, agarró candela, se quedó dormida y, no apagó la vela”. Así está Miraflores, dormido en su fantasía e incendiado por la impericia y la improvisación.
Los últimos días han sido testigos del corre corre del presidente Maduro y sus ministros prometiendo cosas absurdas como un organismo denominado la Suprema Felicidad Social del Pueblo que se encargaría de poner orden en el desbarajuste de las treinta y cuatro misiones sociales, como si el problema se pudiese resolver con el absurdo de más burocracia; el decreto sobre las bonificaciones de fin de año para los casi tres millones de empleados públicos, a entregarse antes del 1º de diciembre destinado a aplacar el descontento con el gobierno y así minimizar un posible descalabro electoral el 8D.
La promesa de crear un sistema superior para el manejo de las divisas cuyo fin es enterrar el mercado paralelo; la creación del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria una versión más sofisticada de la ley sapo que pondría mordaza a la información veraz y oportuna; el anuncio de importaciones masivas en las próximas semanas por 400.000 toneladas de alimentos para derrotar el acaparamiento y la inflación, armas de esa imaginaria guerra económica.
La presentación de un presupuesto de pura ficción para el 2014 que se plantea como éxito una inflación del 26% y un precio del petróleo a $60/barril con la aviesa intención de hacer desaparecer los $40 restantes en los fondos sin control ni transparencia que maneja el ejecutivo nacional.
Esta abundancia de palabrería en medio del corre corre crea mayor desconcierto dentro de la población atrapada sin futuro bajo el socialismo a lo cubano.
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Por Juan Antonio Muller
