La unidad debe ser franca, clara, auténtica, y nada de eso podrá ser si todos los que estamos llamados a cooperar no jugamos limpio. Dicho de otra manera, no proceder según las mañas de “Tío Tigre o Tío Conejo”.

Tal cual como están las cosas en nuestro país, lo sesudo es que coordinemos acciones, estrategias y tácticas, atendiendo sólo y nada más que eso, los intereses de la Nación. Esto pudiera sonar a retórica cuando se lee, pero trato de plasmar en poquísimas líneas lo que siento es pertinente hacer, sin demora, en esta coyuntura.

Está claro y es muy evidente, que más del 86% de los ciudadanos están inconformes con la situación que vivimos y desean que se produzca un cambio en democracia. La ciudadanía espera de los líderes capacidad de conducción, capacidad de presentar un proyecto que garantice superar estos escollos económicos y sociales, pero también su paz y tranquilidad.

El deterioro de las instituciones en Venezuela es tan grande, el derrumbamiento de nuestra economía es tan estrepitoso, los desajustes sociales son tan profundos, que la tarea de reconstruir requerirá de muchas ganas, de muchas manos y de los mejores pensadores y operadores políticos, para que todo lo que se planifique y se prometa, sea cumplido sin demora.

La inclusión y la tolerancia deben ser líneas preponderantes en cualquier agenda de relanzamiento del país. Esto está tan fragmentado espiritualmente, que la solución no pasa, exclusivamente, por remediar el berenjenal cambiario que ha armado este régimen. Delicado es igualmente el torbellino de odios, rencores, mea culpas y frustraciones que flotan en el ambiente enrarecido que busca oscurecernos el horizonte.

La oposición tiene que ser versátil, creativa, pero sobre todo coherente. La dinámica política nos impone actuar pegaditos uno del otro, las diferencias las dejamos para después que se inicie el restablecimiento de las variables que se deben serenar y acoplar cuanto antes. El camino está definido: la ruta la buscamos en la Constitución y más nada. Y la Unidad no es nada más para salir de esta pesadilla, es también para impulsar al país y a nuestro pueblo hacia el bienestar, y para lograr ese objetivo, también es indispensable ir preparándonos mentalmente, admitiendo, que trabajar unidos es esencial.

Si no somos, ahora, capaces de organizar una marcha, una protesta, para canalizar cívicamente las angustias de nuestro pueblo, me pregunto: ¿Cómo vamos a recuperar PDVSA, la CVG, el BCV, las universidades, las escuelas, las autopistas, las carreteras, los puertos y aeropuertos, el IVIC, La Fiscalía, el TSJ, el CNE, la producción agrícola y muy especialmente la paz de las familias venezolanas?

@alcaldeledezma