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El asalto a la Asamblea Nacional…

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El asalto a la Asamblea Nacional…

 

MEl desespero de la dictadura venezolana los hace cometer errores a cada instante. Asaltar el Palacio Legislativo –un 5 de julio–, paradójicamente cuando se conmemoraba el 206 aniversario de la firma del Acta de nuestra Independencia, es una demostración de imbecilidad espeluznante. Violentar el hemiciclo que representa la genuina representación que se dio el pueblo con sus votos, es confesarse indignos de participar en libertad.

 

 

 

Parlamentarios secuestrados y heridos por una turba de energúmenos ataviados de los colores del régimen, horas de zozobra mientras el mundo impávido se enteraba de semejante salvajada. Una gran cantidad de gobiernos democráticos del orbe condenó inmediatamente la severa agresión en contra de la democracia venezolana. Son grupos adiestrados que dirigen desde Miraflores los encargados de estos irracionales actos de desesperación. Acciones de un régimen moribundo, que trata de alargar las horas de su monumental fracaso.

 

 

 

El gran miedo que tienen de perder el poder y terminar sus líderes en la cárcel por corruptos, los tiene dando rienda a su barbarie. Ya no disimulan las formas para tratar de jugar con el engaño, tal como lo han hecho durante dieciocho años, se han despojado de la careta dizque democrática para ir en pos de las escasas libertades que aún poseemos. Con morbosa animadversión han planificado liquidar la Constitución nacional, amparándose en un llamado a destruir el actual contrato social de la República convocando una asamblea nacional constituyente sin la debida consulta al pueblo, quien es el fiel portaestandarte del poder originario.

 

 

 

Un vulgar secuestro del expreso mandato del orden constitucional para hacer un mamotreto que sirva de base para proseguir la destrucción nacional, llevándose en los cachos al padre de los demonios: Hugo Chávez. El otrora patriarca amado ahora es un estorbo para las pirañas ávidas de carroña jurídica. Su proyecto goza del repudio general, debido a que sus bases de sustentación son la confesión de un delito en contra de la nación. Desean una constitución a la medida de su perversidad, que justifique sus múltiples desatinos: una cúpula deshonesta hasta la raíz de la expresión.

 

 

 

La acción contra el ente legislativo es una demostración palmaria de las cosas que quieren terminar haciendo con el país. Un oscuro personaje del inframundo purulento del gobierno se atribuyó los hechos, con el rostro oculto tras la felonía, habló como si atentar contra un poder legítimamente electo por el voto popular fuera una proeza digna de los aplausos decentes. Seguramente una condecoración gubernamental colgará del cuello de semejante espécimen.

 

 

 

Feroz arremetida del malandraje pagado con el dinero de todos los venezolanos, el amplio prontuario policial de los asaltantes es parte del currículo de estos sectores acostumbrados al crimen en todas las formas posibles. Saben que gozan de la protección de su gobierno y de un poder judicial en donde pululan personajes tan sombríos como ellos.

 

 

Hemos vuelto a las montoneras del siglo XIX cuando cualquier sujeto irrumpía en el antiguo Palacio Legislativo a buscar cobrar con sangre lo que sus ideas retorcidas no podían. La imagen de un hampón comandando grupos que hirieron a diputados y trabajadores del cuerpo legislativo no es tan diferente del pasado. Es el régimen que está viviendo su última etapa…

 

 

Alexander Cambero

@alecambero

alexandercambero@hotmail.com

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