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Dios nos agarre confesados

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Dios nos agarre confesados

No sé cuántos eventos desagradables puede un ser humano procesar al día, pero me imagino que no deben ser muchos, por razones de mera sobrevivencia. Nos ocupamos de los que más nos preocupan y los demás simplemente los pasamos por alto. Son demasiadas cosas que se pasan como se pasa la lluvia, el calor o el hambre. Esta debe ser la estrategia del Gobierno para que aquí pase de todo y a la vez no pase nada. Pero uno debe tener como regla no aceptar como normal las cosas que no son normales. Por eso escribo este artículo.

 

Hace un par de semanas, mientras esperaba en la cola para pagar de una gran farmacia, quedé atónita al escuchar la conversación que en voz alta, clara e inteligible sostenía el muchacho que venía detrás de mí. Le contaba a una pariente cercana de «la suerte» que había tenido con uno de los exámenes de reparación:

 

«Imagínate lo que me pasó: estaba presentando una de las materias que llevé a reparación (no sé cuántas reparó, pero obviamente más de una) y el profesor quería irse. Me dijo que entregara, que él me ponía el diez. Entonces la «tiré a pegar» y le respondí que yo había estudiado para sacar más nota. Yo sabía que me iba a preguntar que para cuánto y «aproveché» y le dije que como para diecinueve. Entonces… ¿puedes creer la suerte? ¡Me dijo que me ponía diecisiete y que me fuera!».

 

Yo tragué grueso y pensé que por qué yo tenía que escuchar esas cosas… ¡yo no quiero enterarme de que hay profesores que se «fastidian» y regalan un diecisiete así con la misma facilidad con que se toman un vaso de agua! Me volteé y vi al muchacho, que encima de todo, me sonrió como si aquello que estaba contando hubiera sido una gracia. Entonces me fijé en su franela: «Unefa, Ingeniería de Telecomunicaciones». «Al menos no estudia Medicina», pensé, «porque los errores de los médicos van a parar a los cementerios»… ¡Pero qué desgracia, de todas formas! Pensé en mis profesores de Ingeniería: a ninguno le hubiera pasado por la cabeza «regalar» una nota porque se quería ir…

 

La Venezuela de hoy es la Venezuela de la mediocridad, del conformismo y la sinvergüenzura. La majestad del magisterio sigue cuesta abajo en su rodada. Pero nadie se inmuta. Nadie se turba. Nadie se espanta. Somos una sociedad burundangueada, apática, resignada. Que Dios nos agarre confesados.

 

@cjaimesb

Por Carolina Jaimes Branger

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