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Dios es el plan económico

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Dios es el plan económico

Por sugerencia del defensor del pueblo, Tarek William Saab, que no se le conoció otra actividad sino aquellas propias del gimnasio después de haber salido con las tablas en la cabeza de la Gobernación de Anzoátegui, los supermercados venden los productos regulados o escasos de acuerdo con el terminal del número de la cédula de identidad de los compradores. Así, para complacer a Tarek, que manda a su chofer y a la sirvienta a hacerles las compras, a quien por azar su cifra de identidad termine en cero o uno debe “comprar”, “abastecerse”, “llenar la mochila”, “hacer mercado” el lunes o el sábado.

 

Esos son sus días de compra, no importa que el lunes sea cuando las empresas comiencen a producir y a despachar, y no lleguen camiones a los depósitos de los supermercados, que nunca haya nada que comprar, y no me vengan con el cuento de que puede hacerlo el sábado, ese día tampoco hay. Los líderes de la revolución bolivariana no saben que los zapatos se venden por pares.

 

Nuestros marxistoides, como los rusos y sus discípulos, tampoco se han dado cuenta de que Lenin negó la teoría de Marx y con Stalin convirtió el paraíso que soñó el barbudo de Trevis en el peor de los infiernos. Apenas balbucean consignas o repiten estrofas de las canciones de Alí Primera, pero no estudian economía, ni aplican la contabilidad sencilla que alardean saber en las cuñas para subir el precio de la gasolina. Son “materialistas” que tienen más fe en la suerte y en los milagros que en la exactitud de la ciencia, en la rigurosidad de las matemáticas y en la ley de las probabilidades.

 

Su único plan económico ha sido, en los tiempos de Chávez y ahora en manos de su designado, esperar que el petróleo suba de precio, nunca aumentar la producción ni mejorar la productividad. Aplican la economía al babalawo: usan los dólares de las medicinas y la comida para comprarles armas a Rusia y a China, como si fuesen a ofrendarles sangre a las deidades.

 

Si el defensor del pueblo todavía no se ha percatado de la injusticia que se comete cuando las ventas se hacen por el número de la cédula es porque le mandan su cesta desde Mercal-Pdval, y una bolsita con el desodorante, las toallitas húmedas y la vaselina. Seré socialista patria o muerte cuando me encuentre a las progenitoras de los cabecillas de la revolución y de sus secuaces en la cola de la farmacia, de la leche y del papel tualé, por lo menos. Compro tablas de sumar, restar, dividir y multiplicar; vendo calculadora, también sin pilas.

 

Ramón Hernández

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