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Diario de una cochina

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Diario de una cochina

 

Ayer llegamos de Cagua. Nos trasladaron en una perrera como si fuéramos humanos venezolanos. Ya en El Junquito, nos metieron en un corral divino por lo asqueroso que estaba. Gracias a Dios, porque antes de salir nos bañaron y perdí mi atractiva hediondez. ¡Cómo me revolqué en aquel pantano fétido!

 

 

Semanas después

 

 

El clima es agradable. Hay montañas, neblina y una cloaca increíble. De desayuno me dan baldes de mangos piches y todo lo que se pudre.

 

 

El dueño me quiere. Cuando me vio, dijo: “A esta cochinita hay que darle bastante nepe para que engorde. Después la beneficiamos”.

 

 

Yo siempre he sido sortaria. Figúrense, un señor que ni me conoce y ya me quiere beneficiar. También dijo que iba a traerme a un verraco para casarme con él. ¿Qué más puedo pedir? Gorda, hedionda y con marido.

 

 

Tres meses después

 

 

¡Estoy feliz! He aumentado sesenta kilos. El dueño sigue consintiéndome. Ayer me acarició y dijo que yo era perfecta para oler a chicharrón. Eso debe ser un perfume nuevo de Cocochinel que me irá muy bien.

 

 

Después, un señor de apellido Veterinario, me hizo un examen vaginal que es una cosa que se hace en un huequito que las cochinas llevamos atrás y dijo que yo estaba preparada para el verraco.

 

Meses más tarde

 

 

¡Llegó Verraco con su aplomo de cochino de verdad! Hmmm… ¡Está buenísimo! Pesa 450 kilos y tiene mal carácter. Me gusta lo asqueroso que es, lo macho y cochino que se ve. Orina y eructa todo el día. Su olor es sexy y, cuando me mira, se le eriza el pelo del cuello. ¡Qué cuerpazo! Hasta tocineticas se le ven en la pancita. Lo único feo que tiene es un tirabuzón debajo del ombligo, pero por caballeroso y para que yo no se lo vea, se me montó encima y lo escondió dentro de mí.

 

 

—Esta parejita sirve pa’ jamón o chicharrón.

 

 

¡Ay!, será para el perfume chicharrón porque a ese cochinote no le tengo confianza como para darle un jamón.

 

 

Tres meses, tres semanas y tres días después

 

 

¡Parí quince cochinitos! El dueño dijo que los iba a dejar para lechón con yuca y guasacaca. ¡Qué bueno! Ese debe ser el nombre de un preescolar donde las maestras se llaman: Yuca y Guasacaca.

 

 

Un año más tarde

 

 

 

¡Por fin me van a beneficiar! ¡Qué gente tan buena! Dicen que antes me darán un palo. Yo nunca he tomado pero haré una excepción.

 

 

Querido diario, me van a sacar a pasear y dijeron que estoy hedionda a chicharrón.

 

 

Ah, escuché que Nicolás, el de Venezuela no el del Polo, esta vez no permitirá que por culpa de los portugueses yo deje de estar en la mesa navideña.

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

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