Podría decirse que el Gobierno ha arreciado sus ataques contra la oposición en los días que lleva sentado en la mesa de diálogo. Las dos recientes sentencias emitidas por el TSJ que prohíbe a la Asamblea Nacional realizar un juicio político al presidente Nicolás Maduro y otra que prohíbe a la oposición hacer manifestaciones públicas que alteren el orden, además de ser contrarias a lo que establece la Constitución también rompe el acuerdo logrado en la mesa de diálogo de que se respetaría la autonomía de la Asamblea Nacional.
Sin embargo todavía se espera que antes del 6 de diciembre, cuando se produzca la segunda reunión del diálogo, el oficialismo admita, al menos, el cambio de dos rectores del CNE, que si bien no es todavía garantía de un CNE autónomo, le dará la posibilidad a la oposición de contar con dos representantes luego de 17 años de chavismo en el poder con relación 4 a 1.
Si miramos un poco hacia atrás encontramos que pocos han sido los triunfos opositores en tantos años de un régimen autoritario que ha controlado todos los poderes públicos y organismos del Estado.
Uno de ellos fue frenar la reforma constitucional propuesta por Hugo Chávez en la que prácticamente se establecía el socialismo en Venezuela y el Estado Comunal. Otro fue el 6 de diciembre cuando la oposición logró la mayoría calificada en el Parlamento.
Sin embargo, por tratarse de un régimen que se salta las leyes de la República y la Constitución a conveniencia, el Gobierno desconoció esa mayoría, eliminó la representación de Amazonas y bloqueó todas las leyes que se han producido durante la gestión de la nueva Asamblea, dándole al TSJ la función Parlamentaria y a Nicolás Maduro un Decreto ilegal de Emergencia que ha sido renovado cinco veces para gobernar por decretos.
De manera que esa mayoría opositora legítimamente lograda a través del voto popular nunca pudo ser efectiva, más allá de los debates públicos que desde allí se suscitan.
Vista esa historia no creo posible que aún volviendo a legitimar la representación de los diputados de Amazonas, la AN pueda ejercer esa mayoría y producir un cambio político en Venezuela, sin embargo hay que resaltar que la posición no tiene en este momento en sus manos otra fórmula para defender ese espacio y frenar al Gobierno. De manera que un CNE con dos representantes y una segunda legitimación de esa representación puede darle nuevo piso a la oposición para consolidar el avance del 6 de diciembre.
En esa negociación quien cede es el Gobierno, el cual ha desconocido no sólo a los diputados en cuestión sino a toda la AN. Y es el Gobierno entonces quien deberá desconocer nuevamente estos acuerdos y la Constitución, aunque puedan considerarse mínimos. Su condición de régimen autócrata y por su naturaleza comunista, el oficialismo buscará otras vías para desconocer a esa mayoría.
Aunque ello sea así la oposición tendrá que seguir ocupando los espacios que le ofrece la Constitución y colocar al otro en la necesidad de violarla, tal como lo sigue haciendo el TSJ.
Con las diferencias y los errores que podrían desatarse en el camino, es importante recordar que esa dirigencia joven que hoy se agrupa en la MUD se ha construido prácticamente durante 17 años del chavismo. Ésa dirigencia ha sido víctima de persecución, cárcel, desconocimientos de sus derechos. Como señalaba el escritor Vargas Llosa, cuando ganan legítimamente se les desconoce su legitimidad. Han sido atacados físicamente y sin embargo hoy por hoy se han convertido en mayoría, de manera que si bien es necesario recoger la diversidad de opiniones, la unidad de esa dirigencia es indispensable frente a un régimen que cuenta con todo el poder. Pero ese poder del Gobierno no es infranqueable y está edificado sobre un país que el chavismo lo ha llevado a la ruina.
Francisco Olivares
Twitter: @folivares10
