Desembarco en el Malecón apunta directo al Kremlin
diciembre 20, 2014 8:04 am

Lo que planteó el presidente Obama y va a llevar a cabo el gobierno de Estados Unidos en el corto plazo, luego de los acuerdos con las autoridades cubanas, no es poca cosa. Su alcance es transcontinental. Influye en todos los estamentos cubanos, en el resto de América Latina y en las instituciones estadounidenses, pero también incide en la geopolítica de Rusia.

 

En el mar de la felicidad, el presidente Raúl Castro está ocultando a sus gobernados los alcances de las medidas unilaterales que pondrá en práctica Estados Unidos (algunas, como el cese del embargo, deberán ser aprobadas por el Congreso) en favor de la democracia y los derechos humanos en Cuba, conjuntamente con la sociedad civil de la isla caribeña. Castro Segundo no ha informado fehacientemente las medidas consonantes que deberá adoptar su gobierno en lo sucesivo, que no solo se refieren a la liberación del empresario Alan Gross, de un oficial de inteligencia estadounidense sin nombre a cambio de tres espías del Grupo Avispa y de 53 opositores encarcelados, ni del restablecimiento de relaciones diplomáticas, o a la «convivencia civilizada de las diferencias».

 

El documento publicado por la Casa Blanca (en su letra, en sus intenciones, en su horizonte, resumidos por Obama en su discurso del miércoles 17), que reconoce errores en la política de Estados Unidos con respecto a Cuba, no puede ser entendido como capitulación alguna, sino, más bien, como reafirmación de la Carta Democrática Interamericana y el deseo implícito de ayudar a sacar a 11 millones de cubanos de la miseria, el atraso y la sumisión a que han sido conducidos por un régimen que no ha cosechado otra cosa que fracasos durante más de cinco décadas.

 

La letra pequeña de este edicto diplomático y político debería hacer reflexionar a las extremas oposiciones internas y externas, que a primeras de cambio le han tildado de traidor (los más agresivos) y de Pato Cojo (los más elegantes dicen Lame Duck), sin atender a la oleada de alivio y esperanza que ha producido en la atormentada sociedad cubana. Ni aviones ni cañoneras. El desembarco en el malecón de La Habana comenzó a producirse bajo la forma de la solidaridad y la apertura, pero la artillería apunta directamente al Kremlin.

 

Tres jugadas simultáneas: apertura con Cuba, apretón de tuerca al gobierno venezolano a través de sanciones a medio centenar de violadores de los derechos humanos y, mucho más importante, endurecimiento de las sanciones económicas y comerciales a Rusia. Todas se encuentran en proceso. La ampliación de la tercera, incluso militares, dependerá de nuevas posturas de Putin sobre Crimea y Ucrania.

 

 

El tablero no está igualito

Esos prismáticos tienen tres visores. De cerca: las noventa millas desde Cayo Hueso; visión media: Oriente Medio y el Cáucaso; lontananza: Rusia. El presidente Putin, en su décima rueda de prensa anual, ayer jueves 18 en Moscú ante 1.259 periodistas, no mencionó el sorpresivo caso del antiguo protectorado soviético, sino que se afanó en denunciar los daños que las  sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea están ocasionando a la economía de su país, donde la moneda local se desploma y su petróleo se vende, si lo vende, a 40% de su precio de hace unos meses. Le Monde relata a un Moscú bajo embargo como si se tratara de una réplica de la gran hambruna estalinista de 1932-33 (Roquefort, niet. La tomate italienne, le saumon norvégien, l’artichaut français, aussi, ont disparu, remplacés par d’autres produits venus de Turquie, d’Afrique du Sud ou d’Argentine).

 

La inflación, la fuga de inversores, la caída del consumo, el creciente desempleo, la escalada de precios (Apple, Samsung, Ikea y muchas otras empresas que dependen de divisas extranjeras suspenden las ventas), Putin los atribuye a «factores externos» y reconoce que su gobierno no ha diversificado suficientemente la economía y sigue siendo dependiente de las exportaciones de hidrocarburos (68% del volumen total en 2013 fue al mercado internacional). «Están tendiendo un nuevo Muro de Berlín, pero ahora es un Muro Virtual», dijo desde su Kremlin, como si aquel muro no lo hubiera construido la desaparecida RDA a instancias de la antigua URSS.

 

Las sanciones comenzaron en julio pasado contra las mayores empresas estatales e individualidades afectas al régimen (la petrolera Rosneft, en proceso de privatización violenta; los grandes bancos VEB, VTB, Sberbank y Gazprombank, algunos de los cuales han visto huir a sus socios extranjeros; los fabricantes de armas, que son los de mayor crecimiento mundial). En el ministerio de Finanzas estimaron las pérdidas iniciales en 40 mil millones de dólares. El capital europeo y estadounidense le está vedado a Rusia.

 

¿Qué piensan los rusos? Cuando fui a Moscú en verano de 1985, el gobierno de Mijaíl Gorbachov había anunciado alzas de precios en algunos productos esenciales, entre ellos el vodka y el pan. Las colas eran impresionantes. Miles de jubiladas y jubilados acampaban delante de los comercios antes del amanecer, justo cuando iba a dormir lajuma de ayer, como dice el canto original del cubano Compay Segundo.

 

Las colas en las licorerías duplicaban las de los fiambres. Un músico barbudo que llenaba el estuche de su contrabajo con botillería de la fulminante Stolichnaya, me pidió que le ayudara a sostener su contenedor. No había embargo. Mucho peor. El socialismo real estaba comenzando su implosión, como efectivamente sucedió seis años después. En 1998 Rusia debió enfrentar las consecuencias de cesación de pagos de su deuda externa. Una década más tarde también debió lidiar con una recesión que fue planetaria y no exclusiva. Hoy nuevamente la Federación Rusa enfrenta dificultades. Según el instituto de medición y análisis Fundación de Opinión Pública (FOM), la mayoría de los rusos (70%) están convencidos de que las sanciones occidentales afectan la economía nacional, y que solamente 13% cree que no. 54% reconoce que les ha afectado personalmente.

 

Pero los medios progubernamentales difunden que Putin está ganándole el pulso a Obama, adornándole con que la revista Forbes le ha proclamado Hombre del Año por segunda vez consecutiva. Por ejemplo, Russia Beyond The Headlines adula: «Hay 7.200 millones de personas en el mundo, pero EEUU solo temen a un hombre: Vladimir Putin. Eso es porque, en prácticamente todos los frentes de la nueva guerra fría, el presidente ruso está ganando por goleada el desafío colectivo de Occidente». Ofrece un tablero de posiciones, según el escenario del conflicto, al estilo Serie Mundial de béisbol.

 

Siria: Putin-1, Obama-0

Crimea: Putin-1, Obama-0

Ucrania: Putin-1, Obama-0

Gasoductos: Putin-2, Obama-0

Forbes: Putin-2, Obama-0

 

Rusia responde a las sanciones. En agosto decretó un embargo alimentario contra la Unión Europea, Estados Unidos, Australia y Noruega. Nada de frutas, legumbres, pescado, leche, carne de cerdos, bovinos y aves. Apenas 17% de las personas encuestadas por la FOM considera que esas contra-sanciones han afectado «de manera mínima» a sus destinatarios.

 

Rusia se va al foso. Putin aseguró ayer jueves que la economía se recuperará en dos años, pero su ministerio de Finanzas pronostica que la desaceleración aparecerá el próximo año en un nivel de menos 3,5%-4% si el barril de petróleo cayese a 60 dólares, cosa que ya ha ocurrido. Con todo, Rusia no pretende «de ningún modo» romper relaciones con Europa y Estados Unidos, aunque igualmente «restableceremos y ampliaremos nuestras relaciones con el continente sudamericano  y continuaremos nuestra cooperación con África y con los países de Oriente Próximo».

 

 

Negocios latinos

Desde hace años Estados Unidos ha estado relamiéndose la pérdida de poder e influencia en América Latina y el Caribe. El presidente Kennedy se encolerizó cuando México no rompió relaciones con Cuba en el momento de su expulsión de la OEA en 1962 y se convirtió en único puente aéreo con tierra firme americana, así como el generalísimo Francisco Franco se engallegó cuando el presidente Lázaro Cárdenas acogió a la República Española en el exilio en 1939.

 

En el Chile de Allende la CIA y la IT&T le ganaron al G2 a costa de 16 años de dictadura pinochetista. En Perú perdió ante el nacionalismo de Velasco Alvarado. En Panamá hubo de ceder el Canal. A Dominicana se la entregaron a Joaquín Balaguer. A Grenada la invadieron. Y así les iba, dicen que fue a la cañona, Anacaona. La juntilla Castro-Chávez le puso la papa aún más dura. Con el ALBA, con Petrocaribe, con el petróleo como moneda de alta fidelidad. Más tarde con Mercosur, Celac, Unasur. Estados Unidos termina rezagado, refugiado en su norte encogido.

 

Mientras, Rusia acelera este año su política de pastoreo en terreno latinoamericano. También China. Pero de rusos es este cuento chino. En julio pasado Putin pasó seis días felices en América Latina. Al volver a Moscú declaró: Rusia debe “recuperar su presencia en esta región del mundo extremadamente interesante y llena de perspectivas”.

 

Primera escala, Cuba: Condonación de 90% de la deuda contraída con la URSS, estimada en 31.700 millones de dólares. El resto será pagado en 10 años, pero reinvertible en la isla. Participación en la Zona Económica Especial de Mariel, investigación en la plataforma petrolífera colindante con el Golfo de México, construcción de una central hidroeléctrica y provisión de equipos de transporte. Presunta reactivación (el diario inglés The Guardian dice) de la base militar Lourdes, que los soviéticos utilizaron durante 40 años para interceptar las comunicaciones de radio y telefonía de Estados Unidos.

 

Nicaragua: Suministro de trigo, maquinaria agrícola, estación terrestre del sistema de geolocalización por satélite Glonass (el GPS ruso), colaboración en la construcción del proyectado Gran Canal Interoceánico, alternativo al Canal de Panamá.

 

Argentina: Firma de proyectos conjuntos en energía, transporte, aviación civil, sanidad, utilización del espacio con fines pacíficos. Acuerdos en los sectores de la energía nuclear, jurisprudencia y comunicaciones.

 

Última escala, Brasil: Con la excusa de que Brasil entregaba a Rusia la sede del próximo Mundial de Fútbol en 2018 y la realización de la VI Cumbre de los países del bloque denominado BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), fueron firmados acuerdos en energía, aviación, cooperación técnica militar y aduanera, así como un memorándum sobre el sistema satelital Glonass.

 

En Brasil, Putin también se reunió con los presidentes de 11 países sudamericanos. Con tres de ellos (Nicolás Maduro, Venezuela; José Mujica, Uruguay; y Evo Morales, Bolivia), selló negociaciones bilaterales.

 

El Pentágono quedó perplejo ante los resultados de ese despliegue relámpago. El Eje Bolivariano recibió contraprestaciones por los favores concedidos. De los once países que votaron contra la resolución de la ONU que declaraba ilegal el referéndum sobre la anexión de Crimea en marzo de este año, cuatro fueron latinoamericanos: Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua. Argentina, Brasil, Uruguay y Ecuador se abstuvieron. La resolución fue aprobada, sin embargo.

 

 

Aporte venezolano

 

Rusia es el segundo gran vendedor de armas, con 27% de la torta mundial, solo superado por Estados Unidos, que detenta 29%. En Latinoamérica, Venezuela es gran cliente. Vasili Brovko, gerente de comunicaciones del consorcio ruso Rostec, productor de armamento, apuntó a principios de año que mantenía contratos con Venezuela por 12.000 millones de dólares. “Son aviones, helicópteros, sistemas de defensa antiaérea, coches Lada, camiones Kamaz y, en general, un gran abanico de productos”, divulgó la agencia EFE.

 

En materia energética, las cajas registradoras rusas tintinean a toda vela. En mayo la petrolera Rosneft firmó un contrato con Pdvsa en el que se comprometió a adelantar 2.000 millones de dólares a cambio del suministro de 1,6 millones de toneladas de petróleo y 7,5 millones de toneladas de derivados en los próximos cinco años. Rosneft y Pdvsa trabajan en cinco proyectos conjuntos de extracción de crudo.

 

El cambio lo harán los cubanos

 

Las avanzadas rusas en territorio latinoamericano son las que intentaría detener o neutralizar el presidente Obama con su apertura hacia Cuba y probables eventos sucedáneos. Una carambola a tres o cuatro bandas. Algunos analistas creen que ha llegado tarde. Aaron Klein, corresponsal de The Jerusalem Post y presentador de programas de radio en Nueva York (Aaron Klein Investigative Radio, AM 970 The Answer), considera que el presidente Obama ha demostrado ser un negociador tan débil que no hay garantía de que, al igual que con Rusia e Irán, Cuba simplemente archivará las concesiones y seguirá trabajando contra Estados Unidos como siempre lo ha hecho. La casi totalidad de la oposición interna y la mayamera de primera generación se han mostrado contraria. Algunos políticos republicanos y demócratas que tienen en el estado de Florida su base de apoyo electoral, han manifestado que boicotearán en el Congreso las peticiones de Obama para levantar el embargo y financiar un programa de reconciliación.

 

Eliécer Ávila, aquel jovencito estudiante de Ingeniería Informática que en 2008 encaró y puso en ridículo públicamente al hasta entonces poderoso presidente de la Asamblea Nacional cubana Ricardo Alarcón, no es tan pesimista. Cuando lo entrevisté en Madrid el año pasado para la columna Inside Telecom que me publicó durante 18 años el diario El Universal de Caracas, se estaba fogueando como político promisor. En mayo de este año anunció su movimiento Somos + (somosmascuba.wordpress.com), al igual que la bloguera Joanny Sánchez tiene su 14ymedio.com. Hoy viernes 19 en la mañana vi a Eliécer en Televisión Española declarando desde La Habana, sin odios, sin rencores, divisando nuevas posibilidades en el próximo devenir: «El cambio de política de Estados Unidos hacia Cuba era necesario y útil aunque no haya ocurrido con todas las garantías que muchos hubiéramos querido. El gabinete de Obama no actuó a la ligera, sino que hizo un riguroso análisis y llegó a las mismas conclusiones que hemos estado planteando muchos de los actores de la sociedad civil en Cuba y el pueblo en general, del que siempre formaremos parte».

 

Y concluye: «Hoy tenemos el camino más despejado para centrarnos en los temas que nos interesa promover y desarrollar. La política de Estados Unidos nunca favoreció moralmente a la sociedad civil ni a la oposición. El gobierno (cubano) logrará salirse con la suya solo si logra ubicar a las fuerzas vivas de la sociedad civil como empecinados obstaculizadores del progreso y el bienestar, aprovechando el limitado criterio que tiene la mayoría de los cubanos sobre el significado de esas dos metas. Ese es un lujo que no le podemos permitir».

 

No he escuchado aún alguna relación entre el caso Obama-La Habana y el caso Obama-Moscú. Y mucho menos que el sexto juego de esa Serie Mundial podría quedar así:

 

Cuba: Castro-0, Obama-1. Quizá se lo lea a Moisés Naím.

 

Víctor Suarez