Del hambre a la hambruna
enero 25, 2018 6:11 am

Según la Organización Mundial de la Salud, hay una crisis humanitaria cuando la GAM (Global Acute Malnutrition) afecta a más de 10% de la población, y se pasa a una emergencia humanitaria cuando ese indicador supera 15%. La asesora externa de la ONG Cáritas y consultora en seguridad alimentaria Susana Raffalli, ha dicho que en Venezuela “estamos ante una emergencia humanitaria de carácter nutricional”, y añade que habrá hambruna si su índice GAM llega a 30%.

 

 

 

Los voceros del Gobierno se empeñan en afirmar una y mil veces que la hiperinflación, que por primera vez presenta la economía venezolana, ha sido generada por la especulación y una supuesta “guerra económica” y no por su fracasada gestión de la economía nacional.

 

 

 

Conindustria declara, en comunicado público del día 19 de este mes, que “la economía venezolana está quebrada”, que solo producimos 10% de lo que producíamos hace 19 años, y que “si no hay producción, la escasez y los precios aumentan inevitablemente”. La falta de divisas (no hay subastas desde agosto del año pasado) ha obligado a establecimientos industriales y comerciales a recurrir al dólar del mercado paralelo (se disparó 5.320% entre enero de 2017 y enero de 2018), que sirve de precio marcador, lo que afecta la estructura de costos por su impacto en el precio de las materias primas y productos importados. En lo que respecta al sector agrícola, el presidente de Fedecámaras, Carlos Larrazábal, informó que “solo se sembró 30% del área cultivable porque no se entregaron semillas, fertilizantes ni agroquímicos”. Entre tanto, el déficit fiscal y los apremios de flujo de caja de Pdvsa se siguen cubriendo con la emisión de dinero inorgánico, sin respaldo, dándole más alas a la hiperinflación.

 

 

 

La situación se agravó con la medida del pasado 16 de enero que obliga a la industria y al comercio a vender sus productos a los precios vigentes al 15 de diciembre de 2017, por debajo de los actuales costos de producción, lo que traerá como consecuencia la paralización o cierre de industrias y comercios, que no van a trabajar a pérdida. Es decir, que la caída de la producción y de los canales de distribución se dramatizará en anaqueles vacíos y una falta de alimentos que ya está pavimentando el camino que conduce del hambre a la hambruna.

 

 

 

Carlos Canache Mata