Yo no creo en brujas. Aunque debo confesar que me costó bastante no creer en ellas. El pensar que existían me quitó el sueño muchísimas noches de mi infancia y hasta de mi temprana adolescencia.

Y es que había situaciones que atizaban ese miedo. Ya no eran las pe- lículas, o los cuentos de aparecidos que contábamos cuando se ponía el sol en las piñatas (cuyos protagonistas eran tan cercanos como «al amigo de una prima le pasó… «. Eran cosas de la vida real. Una de esas experiencias más vívidas sucedió cuando cursábamos tercer grado. Teníamos una compañerita que era mentirosísima y estrafalaria. Una vez le dio por ponerse los lentes de su hermana mayor que era hipermétrope y los usó tanto que terminó dañándose la vista. Pero eso era parte de su estrafalariedad… Lo que nos llenó de miedo fue lo que pasó otro día, cuando faltó a un examen.

No sé si ella le dijo a su mamá que no había clase o qué otra cosa inventó, pero cuando la Madre le preguntó que por qué no había venido, respondió sin pestañear: «porque se murió mi abuela». Nosotras nos vimos las caras horrorizadas de que pudiera inventar tal mentira y, sobre todo, porque conocíamos a la abuela, que vivía en su casa. La mentira se descubrió pocos minutos más tarde, cuando las monjas llamaron a la mamá a darle el pésame. Pero lo terrible, lo que nos aterró, lo que nos espeluznó, fue que la abuelita, que estaba rozagante, murió de repente, dos semanas después.

«Llamó a la muerte»… «Dios castiga sin palo y sin piedra»… Los rumores se esparcieron por todo el colegio y por todas nuestras familias y aquella historia, aparte de ser un factor de amedrentamiento a la hora de inventar una mentira, pasó a ser parte del acervo de nuestros recuerdos y un hito en nuestra historia colegial: «eso fue antes (o después) de que fulana inventara que su abuela se murió».

Eso pasó hace muchos años, como cuarenta y cinco… Y a pesar de que mi mente de hoy -educada, científica y sobre todo escéptica- rechaza que esas cosas pasen, o como creyente me niego a creer que Dios castigue de esa forma, no deja de parecerme curioso que la muerte aparezca cuando alguien la invoca con insistencia. «Muerte, muerte, muerte… «. Y la muerte aparece o al menos amenaza… Entonces pienso que «yo no creo en brujas, pero de que vuelan, vuelan… «.

@cjaimesb

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Por Carolina Jaimes Branger