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De muerte lenta, pero segura

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De muerte lenta, pero segura

 

Desconozco cuántos de los actuales diputados que han levantado el brazo con tanto placer y disciplina en los últimos seis años y han gritado “así, así, así es que se gobierna” soportarían un invierno en Siberia ni cuántos de ellos han pasado quince días en Las Mercedes del Llano, sin planta eléctrica sin nevera y con las despensa vacía, que es sin licores ni leche en polvo y con el grifo botando una sustancia hedionda y aceitosa.

 

 

 

Desconozco también cuántos de ellos han podido construir una estancia de descanso con las comodidades y distracciones como la que Freddy disfruta en las montañas del municipio Independencia en el Táchira, o pueden competir con la compras de textiles, cueros y demás confecciones que enseñorea sin pudor ese “verdugo” irrepetible de la corrupción y el buen decir que es Pedro Carreño, pero no cabe duda de que tienen un puesto privilegiado en la historia más oscura, canalla y cobarde del país. Todo está grabado, escrito, fotocopiado y archivado y no tendrán tiempo para reescribir ni enmendar su actuación, mucho menos para borrarla, como han empezado a hacer con los videos y transcripciones de Aló, Presidente, con la intención de que no se pueda comparar lo que dicen que dijo con lo que realmente salió de su boca y fue rubricado con la rabo ‘e cochino.

 

 

Guardaron silencio ante los peores abusos contra los derechos humanos cometidos en Venezuela desde las escaramuzas sanguinarias de la guerra federal, las más malvadas torturas aplicadas por Miguel Silvio Sanz y sus congéneres en los sótanos de la Seguridad Nacional y peores casos de corrupción, todos gigantescos y todos en conocimiento de la ciudadanía, como Pudreval y los 25 millardos que fueron robados por el funcionariado de Cadivi, adláteres y superiores a través de empresas de maletín.

 

 

Han sido 17 años de inacción parlamentaria, de vista gorda y de aprobaciones entre gallos y medianoche de leyes contrarias a la esencia venezolana, escritas en gramática cubana y sintaxis totalitaria y punitiva, pero esa demolición institucional, esa traición, pretenden presentarla como logro, como obra de gobierno, mientras regalan canaimitas, tanques de agua, sacos de cemento, planchas de zinc y una variedad inmensa de juguetes chinos inservibles para que les regalen otro periodo, aunque aparecen aplazados en todas las materias, sobre todo en honradez, valentía y pudor. Repitieron el fracaso que los instaló en el poder, con más saña y peor mala voluntad. Cerrado por limpieza a fondo.

 

 

Ramón Hernández

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