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Darwinismo opositor

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Darwinismo opositor

En democracia prevalecen los que logran el apoyo a sus ideas o cautivan por sus embrujos; los que descuellan sobre sus pares; los que tienen buena cantidad de dinero; sin descartar la suerte: por ejemplo, el personaje que le sale bien el chiste o el otro, que se sopló los mocos en un momento inesperado, capturado en TV.

 

 

 

En una dictadura hay otros factores. Uno de los cuales es la decisión del régimen de eliminar u oscurecer a un sector opositor, disfuncional a su meta de mantenerse en el poder. La oposición corre un gran riesgo y es que su pluralidad sea encogida o eliminada no por el debate de ideas y el cotejo de estrategias, sino por las emboscadas de Maduro para aislar a algunos.

 

 

 

Es obvio que el régimen ha decidido eliminar de la escena, entre otros, a María Corina Machado, a Antonio Ledezma, a Leopoldo López, y para tal propósito tiene a la primera encerrada judicialmente, imposibilitada de viajar al exterior donde abrió la brecha hacia la comunidad internacional, y a los otros dos en prisión, sin posibilidades de actuar políticamente; porque, pese a los intentos, un preso no puede –ni que quiera– dirigir un partido político. Por otro lado, ha comenzado una persecución inclemente contra Voluntad Popular, especialmente contra aquellos a quienes están ilegalizando en la práctica y que no participan en la conversadera inútil con Zapatero, que ya sobrevuela otra vez el país con sus ponzoñosas promesas. Incluso a Henry Ramos Allup le andan buscando la vuelta, solo que les resulta complicado encanar –según oferta de Maduro– a quien ostenta tal rango institucional.

 

 

 

No presumo que la acción del régimen sea concertada con los opositores que no corren la suerte de los presos y enjuiciados, pero sin duda la persecución, sin una política unitaria que la contradiga, hace que el régimen perfile cuál oposición es tolerada y cuál no. Tal vez habría valido la pena que toda la oposición, aun la más acosada, participara en el diseño estratégico de la descomunal y emocionante manifestación del 1-S. En sí misma una victoria, pero carente de una estrategia global que permitiera –hasta este momento– el adelanto de las fechas de la recolección del 20% de las firmas y del RR en 2016. Porque el tema sigue planteado: ¿si no hay referéndum en 2016 se buscará otra alternativa constitucional para salir de Maduro o se aceptará la derrota y se admitirá el RR en 2017? Las respuestas las debería tener una oposición unida de verdad, sin permitir que Maduro influya en un proceso de selección “artificial”, en un darwinismo rojo, mortal para demócratas.

 

 

Carlos Blanco

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