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Con furia al pasado, pero recordando

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Con furia al pasado, pero recordando

 

Enfrentamos una tiranía inútil e incompetente, vacía por dentro, en abandono, anticuada y rancia; que ha llevado a Venezuela hacia una situación desastrosa nunca experimentada en nuestra historia. Tienen razón los antagonistas en oponerse al estilo y acciones de Maduro, con la obediencia dócil y complicidad fiel de funcionarios militares y civiles que llevan la ejecución de un programa que, aunque con nefastos resultados para la ciudadanía, no es improvisación.

 

 

 

Para entender un poco observemos con atención lo sucedido en los últimos años, porque estamos chapoteando en lodos de arenas movedizas que empezaron a sumarse desde entonces, e incluso antes.

 

 

 

Error garrafal es pensar que el fallecido Hugo Chávez, y el heredero, son simples golpistas con suerte. Aquél estilo dicharachero del difunto que poco a poco fue recuperando su vestimenta militar, caudillo impulsivo, original, y los aparentes alardes, de quien ahora manda porque lo nombró sucesor, no son casualidades. Formas de expresarse sí, albures nunca. Es una tontería creer que Chávez se hizo fidelista y por consecuencia comunista, aquél fatídico día cuando todavía sin mando, fue recibido con honores por Fidel y luego conducido a una estruendosa aclamación en la Universidad de La Habana. Estaba calculado y premeditado.

 

 

 

No existen dudas sobre la veneración del comandante venezolano hacia el dictador cubano, pero tuvo iniciativas propias le gustasen o no a Castro. El revolucionario isleño no inventó al insurrecto, entendió cuando tuvo que hacerlo, era la oportunidad en su aspiración a las riquezas venezolanas. Pensar en la formación de la amplia conspiración y en un programa a desarrollar, para asegurarse el petróleo y en lo político la llamada “patria grande”, transformación de Latinoamérica en un comunismo con Fidel a la cabeza, aunque sus pupilos se sentían, cada uno en lo suyo, regentes.

 

 

 

En Venezuela Chávez, Argentina los Kirchner, Brasil “Lula” Da Silva, Bolivia Evo Morales, Uruguay José “Pepe” Mujica, Chile Michelle Bachelet, Ecuador Rafael Correa, y muchos otros, con formas diferentes de pensar y actuar, pero fidelistas de corazón, admiración y pensamiento. Entendían cercano el sueño la patria grande, estaban claros en el peso específico de sus naciones.

 

 

 

Chávez dejó con audacia y picardía que trasnochados pro-castristas endógenos y La Habana lo entendieran como uno de ellos, pero siempre actuó para ser él. Se convenció que mejor era el poder a través de elecciones democráticas y no mediante la subversión. Esa fue su carrera, trayectoria y logro. La corrupción y sus dificultades vinieron después. Fue instruido en los principios comunistas, desde tiempos barinenses, cultivó con entusiasmo la poesía emocional y los cantares llaneros, se apasionó con aquella “Venezuela Heroica”, obra del escritor venezolano Eduardo Blanco, que narra en forma romántica las batallas más importantes de la Independencia de Venezuela. Aspiró y se propuso conquistar el poder, pero sobre una base primordialmente militar: golpe, nuevo Gobierno integrado por una Junta cívico-militar y el absoluto control de una fuerza armada filtrada. Después vendría la anulación de los poderes públicos, Asamblea Constituyente todopoderosa, elecciones y, con ayuda de especialistas electorales sumisos y comprometidos, resultar cómoda y constitucionalmente electo.

 

 

 

Reforma de la Constitución, reelección indefinida, en lo económico programación social creada y ejecutada por el Estado. Todo eso y más se hizo, la situación de protestas, el vacío de poder para algunos, golpe de estado para otros en 2002; huelga petrolera de técnicos y profesionales en 2003, fueron sólo accidentes en el camino.

 

 

 

Lo astuto y malicioso de Chávez, infiltrado como otros jóvenes marxistas en el sector militar, fue seguir las instrucciones de acallar su orientación comunista, incluso negarla y sumar voluntades sembrando la idea de tomar el poder para frenar la corrupción y desigualdad, promover la inclusión y otorgar los beneficios del petróleo al pueblo, según un tergiversado pensamiento bolivariano, adueñándose de la frase inventada por Heinz Dieterich “socialismo del siglo XXI”, término que adquirió difusión mundial cuando fue mencionado en un discurso del presidente Chávez, en el Foro Social Mundial -2005- y que sirvió para cubrir cualquier sospecha extremista.

 

 

 

Adolescentes liceístas adoctrinados que a posterior serian chavistas, fueron conducidos a la Academia Militar. Ya dentro y de forma clandestina, prosiguió el adoctrinamiento. Sus mentores civiles, comunistas y exguerrilleros fidelistas, fueron escuchados, pero mantenidos a distancia, sin que sospecharan que no eran controladores de los moceríos castrenses.

 

 

 

Maduro fue ubicado al lado de Chávez, ficha castrista poco original, pero adoctrinado. No llegó al sindicato del Metro porque estuviera buscando trabajo, fue puesto ahí, para desarrollar labores políticas. No fue obra de la casualidad sino el desarrollo de un plan para infiltrar el entorno social elaborado por comunistas.

 

 

 

Chávez no fue el típico político. Practicaba béisbol, entonaba y canturreaba temas llaneros, recitaba, habilidad natural que, sumada a la oratoria y su capacidad de expositor y animador, lo hicieron protagonista desde sus tiempos en la Escuela Militar. Además, ayudaron contradicciones y errores entre el Presidente Pérez y sus altos jefes militares, el fracasado golpe del 4F y su “por ahora”, lo proyectó como nuevo caudillo, adicional al creciente y evidente desprestigio de los partidos políticos. Su candidatura electoral fue una clara victoria.

 

 

 

Lo que no pudieron pronosticar Fidel ni otros gestores del chavismo, fue la muerte prematura con el planteamiento socialista iniciado, pero no profundizado. Maduro un emergente propuesto por los Castro, siempre fue su ficha, limitado y gris, pero fiel y obediente.

 

 

 

El gran error de Chávez, que insiste porfiado Maduro en cometer, fue seleccionar sus funcionarios sólo por subordinación y observancia absoluta sin considerar el conocimiento. Hoy ese socialismo del siglo XXI está roído por la incompetencia y corrupción.

 

 

 

El régimen se sostiene sobre fuerza y represión, ha cumplido con la sed insaciable de petróleo y recursos para Cuba, pero han sido tan poco eficientes que lograron un milagro: desvalijaron y arruinaron una de las más importantes industrias petroleras del mundo y saquearon un país rico.

 

 

 

Continúan los programas -migajas y dadivas- sociales, pero faltan recursos. Han caído en la peor trampa de la economía, la hiperinflación. Y claramente no saben qué hacer. Aquellas arenas de engaño e hipocresía y comunismo disimulado se les ha convertido en fango pestilente en el cual se hunden sin posibilidad ni remedio.

 

 

 

@ArmandoMartini

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