Como los boxeadores…
noviembre 10, 2014 4:33 am

«Y esto no incluye la corrupción… La corrupción es tema aparte»

 

 

Leyendo el estupendo reportaje de Ariana Guevara Gómez en El Estímulo, «El gobierno de los mil nombres», sobre el gasto inconmensurable que han representado los cambios de nombres y símbolos que ha realizado el gobierno desde 1999 (http://tinyurl.com/l6fnr7n), me puse a pensar que este gobierno actúa como los boxeadores. Generalmente muchachos humildes que pasan años entrenando para obtener una corona, la ganan, se hacen ricos en una noche, pero igualmente rápido despilfarran todo lo que se ganaron. El síndrome de los nuevos ricos, que vuelven a ser viejos pobres.

 

Y es que ser rico no es malo. Ese es un argumento falaz de los populistas. Ahí tenemos el ejemplo de los Castro, Fidel y Raúl, que con un pueblo pasando hambre se dan la gran vidorria. Medios colombianos reseñaron hace apenas unos días que Maduro habría ordenado a Pdvsa enviar la friolera de $1,8 millones ¡en cerámicas!, para remodelar la casa en la que nacieron.

 

Como los boxeadores, el gobierno venezolano gasta como loco. Porque no son solo los cambios de nombres de las instituciones y los símbolos patrios… Es el derroche en vallas de publicidad que anuncian lo que no han hecho. Recuerdo una enorme valla en La Guaira que decía «Otra obra del gobernador Rodríguez San Juan para beneficio de la comunidad», que era un soberano peladero de chivo. También están los gastos en franelas, gorras y todo el material POP que reparten ilimitadamente en marchas y concentraciones.

 

Viajes, viáticos, cenas, tragos, comitivas… el descaro abierto. Se compran votos y voluntades, dentro y fuera de Venezuela… La lista es interminable… ¿No era más económico hacer un buen gobierno, como hubiera correspondido a quienes se autoproclaman socialistas convencidos? Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago. Maduro ha incrementado sus gastos en 40% en lo que va del año, pero el sueldo mínimo aumentó solo un 15%…

 

¿A cuántos estudiantes les han negado Cadivi? ¿Cuántos enfermos crónicos no tienen remedios? ¿Cuántos hospitales funcionan a un décimo de máquina? ¿Cuántos alimentos podían haberse traído antes de llegar a esta escasez grosera en un país petrolero? ¿A cuántas aerolíneas pudieran haberles pagado las deudas en divisas?…

 

Sí, el gobierno está como los boxeadores. Y terminará como ellos: pobre y boqueando, noqueado sobre el ring.

 

Carolina Jaimes Branger