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Caridad política

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Caridad política

“La primera cualidad de quien gobierna es la justicia, virtud pública por excelencia, porque atañe al bien de toda la comunidad”, dijo Benedicto XVI en su discurso ante las autoridades en la ciudad de Milán en 2012
“La primera cualidad de quien gobierna es la justicia, virtud pública por excelencia, porque atañe al bien de toda la comunidad”, dijo Benedicto XVI en su discurso ante las autoridades en la ciudad de Milán en 2012. Y, enseguida, recordó a San Ambrosio, quien acompaña la justicia con la cualidad del amor a la libertad.

 

La reflexión, leída en el librito La caridad política, es oportuna siempre, pero más en estos días. Estamos en tiempo de Pascua. Para los cristianos, los signos de la Pascua son el amor y la esperanza. La muerte de Jesús la vemos como muestra suprema de amor por nosotros. En clave cristiana, el amor es caridad. El mismo San Ambrosio escribe: “Lo que hace el amor no podrá nunca hacerlo el miedo”. Una idea medular para entender la política, que según Pío XI, es forma excelsa de la caridad. El miedo es arma de la antipolítica porque su imperio es el de la imposición. La política es búsqueda humana de solución a los conflictos de la convivencia que siempre estarán presentes a consecuencia de nuestras naturales sociabilidad e imperfección. Solución que siempre pasa por el respeto a todos y a cada uno.

 

Todo esto sirva para recordar que el Estado existe para los ciudadanos y no al revés como ha sostenido, explícita o implícitamente, la noción que rinde culto al poder y supedita todo a su conquista y preservación cueste lo que cueste. Es doctrina sencilla y, en su sencillez, exigente. El mismo Benedicto del comienzo de esta nota, citó a San Agustín La Ciudad de Dios ante la cámara alta del parlamento alemán, “Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una banda de ladrones?”, para agregar con estremecedor ejemplo histórico perfectamente comprensible para la audiencia: “Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera.

 

Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, de manera que el estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar al mundo entero y llevarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político”.

 

Justicia y amor a la libertad como virtudes principales, de una política que sea expresión, aunque imperfecta, genuina y sincera de la caridad.}

 

Ramón Guillermo Aveledo

rgaveledounidad@gmail.com

 

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