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Caras de piedra, hilos inconstitucionales

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Caras de piedra, hilos inconstitucionales

 

Poco se ha investigado sobre la viveza y mucho menos cómo afectaba la vida diaria en tiempos precolombinos. No es totalmente cierto que esa suposición de creerse más listos que los demás haya llegado a estas tierras, el Nuevo Mundo, con el primer viaje de Cristóbal Colón y su sarta de aventureros, ni que fuese el propio almirante de la Mar Océana quien aplicara tal vivacidad a Rodrigo de Triana para despojarlo de los maravedíes que había prometido entregar al primero que avizorara tierra. Los peor hablados cuentan que tan pronto como, en la madrugada del 12 de octubre de 1492, Triana gritó: “Tierra, tierra”, Colón lo mandó a callar y a bajarse de inmediato del carajo. Con la misma argucia que utilizó para convencer a Isabel la Católica, lo persuadió de que él poco después de la medianoche había visto un punto de luz en el horizonte, una hoguera y que, obvio, le correspondía la recompensa.

 

 

Desde ese día tan significativo para la humanidad, de ensanchamiento del mundo físico y espiritual, en la Tierra de Gracia que el almirante divisó borrosamente, no ha parado de multiplicarse el “yo lo vi primero” o el “si lo tocas te jodo”. En los 300 años de colonialismo que Simón Bolívar dictaminó como suficientes y en los doscientos y tantos que ha durado la república, no cabe duda de que ha sido la cualidad a la que mejor han sabido echar mano personas de todo rango social. En el siglo pasado y en el anterior se concretó en la frase: “Póngame donde haiga” (sic).

 

 

En la UCV, cuando a fuerza de idealismo e inocencia, creíamos que era posible el mundo perfecto, se nombró una comisión estudiantil para acabar con las irregularidades en el otorgamiento de becas, ayudas y bolsas de trabajo. Una semana le duró la tarea: finalizó cuando cada uno de los integrantes tuvo su beca. Nunca más hablaron de irregularidades. Transcurridos 17 años de proceso bolivariano, la viveza ha dado saltos cuantitativos. Se ha multiplicado en los barrios –el presidente del consejo comunal es el que primero tiene casa, la más grande y con más lujos–, en el consejo de ministros –tremenda Casona gratis, Jorge– y también en la nómina de Pdvsa.

 

 

Quedará para la historia la argumentación de Elvis Amoroso ante sus compañeros de bancada y sus adversarios del bloque opositor, además del país que lo vio estupefacto por ANTV, para, habiendo presidido la comisión que “pulcramente” escogió los candidatos al TSJ, aparecer, sin que se le arrugue la vergüenza, como principal candidato y dar un cantinflérico discurso para demostrar que fue una selección ajustada a la letra y al espíritu de la Constitución. Boto tierrita y no juego más. Arriendo principios; agotados los finales.

 

 

@ramonhernandezg

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