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Cambio profundo 

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Cambio profundo 

Una cosa es que nos devalúen la moneda, y otra que nosotros nos resignemos a que nos devalúen la moral. Porque no es lo mismo sobrevivir con un sueldo miserable, a resistir como ciudadanos dignos de un país que hoy nos necesita más unidos que nunca. Hace algunos días escribí en este mismo espacio, que el régimen lo que promete es más pobreza para todos los venezolanos, sin distinción alguna, porque al fin y al cabo, nadie estará exento de pagar las consecuencias de este desastre de gobierno que empuja a las gentes por el barranco de la desolación.

 

“Mi vida por un Toronto”, así le escuché exclamar a una mujer que sostenía en su mano derecha el conocido caramelo achocolatado, simplificando el alcance del reciente incremento salarial anunciado por Nicolás Maduro. Porque para eso es lo que sirve ese pírrico 15% que no le llega “ni a los talones” de la inflación.

 

Ya suman 28 aumentos salariales en 15 años, prueba irrefutable de que si algo causa estragos en la economía doméstica de las familias venezolanas, es precisamente el costo de la vida. El cartón de huevos que se compraba a 110 bolívares en enero del año que corre, ya no baja de los 250 bolívares, y así ocurre con todos los productos, alimentos o medicamentos, que acusan el impacto inocultable de la carestía. Por más que el gobierno intente trasladar la culpa de la escasez, de la inflación o del desabastecimiento, a los imaginarios “enemigos de la revolución”, la ciudadanía refleja claramente en todas las encuestas que hay un claro responsable de este pandemónium: el régimen y sus locuras.

 

El subterfugio del bolívar fuerte, la instalación de los gallineros verticales, la cacareada ruta de la empanada y la vocinglera en torno a los cultivos organopónicos, quedarán como secuelas de los arrebatos de gobernantes frenéticos que jugaron con la buena fe de nuestro pueblo, especialmente de los más humildes, hoy mezclados con los miles de ciudadanos que formaban parte de una clase media empobrecida.

 

Lo triste es que hoy, Venezuela le disputa a Haití la cola del informe “Haciendo Negocios” del Banco Mundial. Mientras Singapur, que hasta no hace mucho tiempo no tenía ni como pagar el agua que allí se ven forzados a importar, resulta que, según esos estudios, ocupa ahora el primer lugar por ofrecer el mejor ambiente para hacer negociaciones en el planeta. Mientras que en nuestro continente, Colombia, Chile, Perú y México, aparecen entre los primeros 50 países con mejores condiciones. Esa realidad es la que nos convoca a luchar unidos, para emprender el rescate de nuestra economía y de nuestras instituciones, y hacer posible el cambio profundo de nuestra sociedad, en términos de progreso para todos.

 

@alcaldeledezma

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