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  Breves sobre legalidad y legitimidad en la Venezuela actual

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  Breves sobre legalidad y legitimidad en la Venezuela actual

 

“A veces es menester salir de la legalidad para valorar el derecho”.

 

Louis Napoleón.

 

 

Al encontrar amigos y colegas me preguntan qué será de Venezuela a la hora de concluir el período de Maduro, presidente constitucional, el próximo 10 de enero del 2019 si, como muchos creen, no se produjo una elección presidencial acorde con los parámetros legales y constitucionales y, al contrario, fuimos testigos de un claro y visible fraude a esa misma Constitución, y manipulación de la legalidad electoral con la confabulación de los poderes públicos, sin ninguna excepción, por cierto.

 

 

 

De un lado, cabe responder anticipando sin temeridad lo que sabemos ya; simularán una normalidad institucional con ayuda de algunos países que se prestarán, cuidando sus intereses, para el juego. La cada día menos respetable Fuerza Armada Nacional asegurará el ritual y, con las lisonjas acostumbradas cual comparsa, compartirá la fiesta, partirá confites y derrochará sus ontológicas adulancias una asamblea constituyente írrita. Los magistrados del TSJ y las rectoras del CNE no faltarán a la farsa.

 

 

 

Pero, de otra parte, la comunidad internacional alzará su voz reprochando, y con justificada razón, la treta de aparentar legitimidad de apoyo con pobres y asalariados del sector público deambulando cual zombies por el centro de la ciudad, para continuar exhibiéndose como gobernantes de derecho, pero, apenas, de hecho, lo serían. Tal vez retiren embajadores mientras el catire del norte anunciará otras sanciones, de esas que incomodan, pero no demasiado, a la camorra chavista. Cualquier protesta o gesticulación de la disidencia será reprimida, ahogada, reducida por los paramilitares del oficialismo con la anuencia y la contribución de los aparatos de seguridad, el sesgado ministerio público y los jueces que algún día merecerán ser juzgados.

 

 

 

Desde 2007, con el concurso de un discurso anfibológico del difunto, se quebrantó definitivamente la ecuación de legalidad y legitimidad en Venezuela. La sustituyó la maniobra sórdida e inescrupulosa para imponer un socialismo rechazado en referéndum por el pueblo y asumiendo, además, en su nombre, el control cuasi total de todos los espacios públicos y de buena parte de los privados que el capricho del comandante señaló, agrediendo los derechos garantizados en la CBRV.

 

 

 

Peor aún, Maduro decretó estados de excepción olvidando que es una exigencia constitucional y legal su temporalidad y, por el contrario, los ratifica periódicamente, con la complicidad de una sala constitucional plegada a sus exabruptos. Desconociendo la legítima, y esa sí que lo es en verdad, Asamblea Nacional electa por los venezolanos, y urdiendo con los prevaricadores ya mencionados un reiterado intento de anularlos acusándolos de desacato. Si alguien milita en el desacato es el chavismo, y el madurismo lo acompaña y supera incluso. Basta revisar las leyes financieras para verlos, vía decreto ley, contravenirlas y seguir transgrediendo a placer los artículos 311, 312, 313, 314, 315, 318, 319, 320 y 321 de la CBRV. Esos polvos trajeron el deslave de nuestras finanzas públicas y el default en que nos movemos.

 

 

La experiencia histórica en el mundo y especialmente en Venezuela demuestra que el peor gobierno es aquel que dispone el enervamiento y obstaculiza los mecanismos de control del poder. No solo derivará en tiranía, sino que convocará a los duendes y gnomos de la corrupción y la ruindad.

 

 

Los venezolanos serán, pues, testigos de esta parodia seudoconstitucional el mes próximo, para continuar el ejercicio de usurpar el gobierno que a su vez usurpará al Estado. Nótese que preciso la ocupación del gobierno por aquellos que no disponen de cualidad democrática, siendo que arriban impulsados por vías de hecho y falseándolo todo, para luego, con el mismo cinismo, acometer el saqueo sistemático de lo que queda, en una empresa criminal de inobservancia y atropello de la normativa que como sociedad y nación nos debe regir. La revolución de las anomias para producir todos los fracasos. De allí que afirme que gobierno y Estado fueron, son y serán usurpados por genuinos zafios. Oclocracia ideologizada secretando hormonas para animar al Frankenstein que se permite cualquier cosa a su antojo y en plena y obscena impunidad.

 

 

La catástrofe en desarrollo ha distraído y desarraiga a la víctima de este infortunado tiempo histórico. La nación crepita en la hoguera que la consume y la zarandea con apetito apocalíptico. Muchos jóvenes más se irán, mientras el pernicioso designio del oropel socialista se ufana de haber construido millones de viviendas que nadie ha podido contar porque no hay contraloría de ninguna naturaleza.

 

 

Todo lo que constituye políticas públicas y que puede ser objeto de escrutinio, valoración, fiscalización o cotejo, como economía, salud, educación, seguridad, soberanía y tradición de respeto a los derechos humanos, muestra ruina, desolación, devastación inimaginable y basta mirar a Pdvsa para apreciar la magnitud del pandemónium. Los dioses de la demagogia echaron a andar un leviatán y un behemoth para sojuzgarnos y desfigurarnos como pueblo, otrora orgulloso de sí, libre y esperanzado.

 

 

 

Advierto, no obstante, que 8 de cada 10 opinan negativamente de lo que nadie puede, en sano juicio, en sobrio discernimiento, negar, pero esa mayoría resulta inútil si no se articula en torno a un auténtico polo opositor dispuesto a jugársela. Acabaron con la MUD que erró bastante y sobre todo al final, pero acertó también antes de que la demolieran e infectaran con los virus de la maledicencia y la asquerosa envidia. Lo que hay ahora, e incluyo al denominado Frente Amplio, no se ha posicionado suficientemente. Le debemos al país una unidad desinteresada y valiente antes de que sea tarde y seamos otra Cuba, castrada y resignada.

 

 

No elegimos, constitucional y legalmente, un presidente y terminará el próximo 10 de enero de 2019 el período de Maduro, al que en el camino se le había decretado por el órgano constitutivo de la representación nacional el abandono del cargo, dicho sea de pasada, el cual, si permanece en el poder el 11, lo hará sin legitimidad de origen. Esa es la verdad y no hay otra. Será un usurpador y nunca un presidente constitucional.

 

 

Lo demás será parte de este extravío histórico en que nos metió el manejo de la realidad como representación deformada por los medios de comunicación y la miopía, la ingenuidad de los partidos políticos y los errores de sus dirigentes más connotados. Así llegamos a dudar de nosotros en nuestras virtudes y a delirar, fantasear, alucinar con el bajo psiquismo de la mediocridad uniformada que trajeron a ordenar cuando no había desorden, y se dedicaron a defenestrar la institucionalidad. Cabe recordar a Hilarión Cardozo que aducía que Savonarola buscando la justicia perdía la misericordia.

 

 

Sembramos vientos antipolíticos y recogimos una tormenta que, en dos décadas, arrasó con la civilización y la cultura democrática. Toca ahora desentrañar el coraje y la entidad patriótica para venir a la medida del exorcismo que nos desposea y libere de este demonio populista, militarista, despótico e irresponsable. ¡Quiera Dios que así sea!

 

 

Nelson Chitty La Roche

nchittylaroche@hotmail.com

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