Después de cinco meses de la primera devaluación, el Gobierno hizo su segundo intento a ver si logran algo con el nuevo Sicad, lo que se traducirá en la tercera devaluación del Paquetazo Rojo, que pudiera hasta triplicar el valor del dólar oficial. ¿Cuál será el resultado?, el de siempre, seguirá aumentando la inflación y la escasez que están alcanzado niveles insostenibles, el dinero no rendirá para nada y absolutamente todo estará mucho más caro.

Los ministerios de Alimentación, Agricultura, Comercio y Finanzas, elaboraron un punto de cuenta dirigido al vicepresidente de la República, Jorge Arreaza, en donde se sugiere analizar un ajuste escalonado de precios a 10 rubros básicos: aceites, azúcar, pollo, carne de res, leche, quesos, sardinas en lata, harina de maíz precocida y pan de trigo salado. ¿Más?, esto sin contar con que estos productos ya no se consiguen en los mercados.

Tratan de mentirnos a los venezolanos pero lamentablemente la realidad es aplastante, hace algunos años usted iba al supermercado y buscaba la marca que quisiera de su producto favorito, en lo que va de año, usted va al supermercado y tiene que pescar si hay alguna marca disponible en el anaquel y agarrarla antes de se la lleven.

El Gobierno no está trabajando para el pueblo, sino para los intereses personales de los enchufados, prometen y prometen pero no cumplen y Venezuela necesita soluciones, el país ya no puede esperar. El futuro está a la vuelta de la esquina y ¿qué le vamos a dejar a nuestros hijos? Una Venezuela endeudada, en donde no puedan salir a la calle porque un delincuente los puede matar o no tengan con qué comer porque no hay oportunidades y están desempleados. ¿Por qué, si este país nos pertenece a todos? ¿Por la avaricia desenfrenada de unos pocos?

Mientras los del Gobierno se llenan los bolsillos de plata, muchos venezolanos se llenan la barriga de aire porque no tienen qué comer. Nuestra realidad no es prometedora, mientras a Nicolás Maduro le preocupe más los problemas de otros países en vez de los de Venezuela, mientras siga viajando, gastando el dinero del país y no se ocupe de la inflación, de la escasez y de la inseguridad, Venezuela seguirá dependiendo de la voluntad de Dios únicamente.

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Por Julio Borges