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Ausentismo, indiferencia y …,

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Ausentismo, indiferencia y …,

 

Lo que sucede en esta maravillosa Venezuela destrozada por un sistema que ha carcomido, contagiando y contaminado a gran parte de la sociedad y sus ciudadanos. ¿Qué nos está pasando? ¿Cuándo ocurrió? ¿Dónde extraviamos el rumbo? En realidad, lo venimos perdiendo desde hace muchos años, cuando estalló aquella avalancha de dólares tras la crisis petrolera que embaló los precios hacia arriba, curioso que con el excremento del diablo hallan reventado importantes crisis, de moralidad y aparición de sospechosos nuevos ricos que no pueden justificar sus formidables éxitos económicos; suele ser cierto que dinero trae dinero, pero algunos sinvergüenzas exageran de manera vergonzosa.

 

 

 

Nos hemos convertido en una colectividad indiferente, con miedo, desesperada por comida y medicina, azotados por la inseguridad, con pocos políticos y demasiados politiqueros, sin dirección, esperanza o futuro. Se alcanzó el extremo irresponsable de dirigentes que captaron la confianza de ciudadanos dignos, esforzados, valerosos, que una y otra vez han aguantado promesas incumplidas y desengaños, problemas que se repiten con nuevas caras, nacientes voces que ofrecen lo ya prometido y vuelven a fallar. Engañan a la ciudadanía y luego los culpan por no confiar en ellos. Que ironía e incoherencia.

 

 

 

De lo terrible, lo más inexcusable es la ausencia, al dejar lo que esperan y demandan los pueblos por hacer lo que aspira el político -gerente, capataz, o profesional. No importa quién sea. Quienes dirigen comunidades públicas o privadas tienen un deber prioritario con los grupos humanos que lideran; no es tarea fácil, es una gran responsabilidad y eso es lo grande de ser dirigente. Algo a lo que no se puede fallar y de fracasar, lo aconsejable es retirarse.

 

 

 

Que algunos diputados -y sus suplentes- dejen solitaria la sala de sesiones de la Asamblea Nacional, para la cual no los nombraron sino mucho más, fueron electos, es pura y simplemente imperdonable. Se entiende que muchos tienen problemas de toda índole, pero ¿y los relevos? ¿Cómo es posible que el presidente de la Asamblea Nacional se encuentre, con un salón semivacío?

 

 

 

Los oficialistas vienen malogrando a sus electores a causa de una política intransigente del Polo Patriótico, -que no es ni patriótico ni polo- y del régimen al cual obedecen ciegamente y sin la menor personalidad. Que exista el ilegítimo organismo paralelo de la Constituyente no los exime de su responsabilidad con quienes, por ideología, fantasía u órdenes del partido los eligieron.

 

 

 

Mucho más delicado e irritable es con los parlamentarios opositores, pues no sólo fueron electos por fe y esperanza, sino que además miles de ciudadanos salieron día tras día a las calles a seguir sus llamados, a defenderlos como representantes de la libertad de elección y expresión, a enfrentarse a la más feroz represión con riesgo de sus vidas, y por eso ahora ni entienden ni tienen por qué entender que sus dirigentes estén pendientes de unas elecciones ilegales, descuidando la batalla diaria, el testimonio fundamental en el centro de la democracia, el Poder Legislativo.

 

 

 

El ausentismo es aceptado como sinónimo de absentismo, un error. Abstenerse es cumplir con la asistencia optando no decidir entre una y otra propuesta. Ausentismo es no asistir, no hacerse presente, dejar el campo vacío. Causan hilaridad cuando de conquistar espacios se trata.

 

 

 

 

En el terreno laboral, el ausentismo es el incumplimiento de la obligación de un trabajador de asistir al lugar donde desarrolla sus tareas habituales. Eso precisamente es lo que está ocurriendo con algunos representantes a la Asamblea Nacional. No acuden a su trabajo y en consecuencia deben ser despedidos por inobservancia de la ley. No cumplen el compromiso para su elección, concebir leyes y legislar. De ningún modo fue para convertirse en candidatos a gobernadores o activistas en respaldo a candidaturas. Un diputado –y la convocatoria del suplente, que para eso está- no puede, en la situación terrible que vive hoy la democracia, abandonar su responsabilidad. Ambiciones egoístas e intereses, perjuros a su juramento se postulan. El pueblo necesita la atención de sus dirigentes. Pero entre codicias y avaricias están embelesados.

 

 

 

Sólo la enfermedad, causas de fuerza mayor, o muerte justifican semejante irresponsabilidad que, por incivil, merece castigo ejemplar. Son ustedes quienes deben dar ejemplo de buenos ciudadanos, en vez del patético, lastimoso y deplorable que están proporcionando.

 

 

 

Adicionar, otra angustia a los ya demasiados golpeados venezolanos. Gracias a las elecciones -que ni siquiera son “regionales”, sólo de gobernadores- los líderes del enfrentamiento a la dictadura han dejado al pueblo en una gran confusión. Quizás al final acudan a votar, pero no serán votos de certidumbre y convicción sino actos de cumplimiento y obligación sin entusiasmo.

 

 

 

La Constituyente cubano castrista -al decir de algunos- se consolida poco a poco a pesar del inmenso rechazo y desconocimiento de más de 40 países, múltiples organizaciones alrededor del mundo y la gran mayoría de los venezolanos. La razón: el politiquerismo haragán y displicente de dirigentes que creen ser dueños de voluntades y no como debe ser, representantes de anhelos ciudadanos.

 

 

 

Han mediocrizado la dignidad del político, dejándose usurpar espacios naturales, prácticamente desatendieron su sede, como lo han hecho con exiliados y presos políticos que no tienen padrinos sino avidez abnegada de libertad, y a quienes sólo mencionan como consigna política cuando conviene. Sin embrago, atrevidos indecorosos van más allá y hacen campaña, profiriendo que son o representan a los escuderos y la resistencia. Un ultraje ofensivo, una argucia que por absurda merece repudio.

 

 

No se obligan con mandatos ciudadanos, sólo atienden comodidades y oportunidades. Oficialistas retribuirán el favor, agradecidos que los abastezcan de oxígeno y tiempo; para luego dejarlos sucumbir, como siempre lo han hecho. Ahora sucede que los diligentes aprovechados se han dado cuenta, por eso, con castidad virginal conciertan agazapados añorando que esta vez no sea así.

 

 

@ArmandoMartini

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