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¿Apurado? ¡Coge tu fusil!

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¿Apurado? ¡Coge tu fusil!

 

Es inaceptable la respuesta que algunos dirigentes dan a la impaciencia colectiva. Las redes están inundadas de reclamos tipo “¿Qué hace la MUD?”, “Los políticos no sirven”, “Seguro que fulano tiene negocios con el régimen”, “Calle y más calle sin retorno”, y otras del mismo estilo. Ante tan urgentes y conminatorios reclamos hay respuestas variadas, pero de las más típicas es “¿Qué estas esperando? Encabeza la marcha a Miraflores” o “Dale pues, coge el fusil y vete pa´l monte”.

 

 

 

El que ese tipo de disputas tome las redes sociales es parte del paisaje de una sociedad que busca caminos, pero es imperdonable que algunos dirigentes opositores utilicen esos juicios para obligar al silencio de los críticos, de los desesperados o de los exhaustos.

 

 

 

Esas respuestas estilo “taparle la boca” a los críticos es como si el general que comanda una brigada de infantería le dijese a los que comanda: ¡Sargentos, échenle pichón con la panda de desvelados e impacientes que anda con ustedes! Cojan el máuser y tomen el Palacio por su cuenta y riesgo.

 

 

 

Lo que hay detrás de esa actitud de los ciudadanos no es una censura a alguien en especial sino a la ausencia de rumbos certeros. La sociedad democrática tiene 17 años en búsqueda de caminos y una vez tras otra ha depositado su confianza en quienes, en cada momento, parecían encarnar la posibilidad del reemplazo de Chávez, antes, y de Maduro, ahora. Confió desde aquellos tempranos momentos en Pedro Carmona, Carlos Ortega, Carlos Fernández, Enrique Mendoza, Manuel Cova, Juan Fernández, pasando por Manuel Rosales, Henrique Capriles, llegando a Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma, para recalar más recientemente en Henry Ramos Allup. No representan liderazgos estables porque lo que la sociedad les exige –y ellos han ofrecido– son respuestas de cómo salir del régimen actual. Como no se han cumplido en 17 años –salvo por 48 horas en 2002– la impaciencia hace estragos. Sin embargo, la respuesta no puede ser la de los retrecheros, “Saca tú a Maduro, pues”, porque lo cierto es que no ha habido –hasta hoy– una estrategia exitosa para cumplir el propósito de cambiar el régimen actual.

 

 

 

En el país de abajo hay unidad, pero la oposición política administrada sólo por cuatro partidos no ha tenido unidad estratégica. La pregunta de ayer es la de hoy: ¿cómo reemplazar el régimen de Maduro? Sin duda, impulsar a fondo el revocatorio 2016; pero, ¿si no lo hay? Una vez más el momento de máxima tensión se aproxima, ojalá no caiga enredado en las patas de la arrogancia o del diálogo zapateril.

 

 

Carlos Blanco

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