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Andrés Eloy, representante popular

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Andrés Eloy, representante popular

 

Hoy se cumplen ciento veinte años del nacimiento en Cumaná de Andrés Eloy Blanco.

 

 
El cumpleaños me encuentra en las tierras merideñas donde el poeta fue confinado por una dictadura, por allá escribió el Palabreo de la Loca Luz Caraballo, y no pude atender el honroso encargo.

 

 
Entre las cinco águilas blancas de Don Tulio, les escribo esta nota..

 

 

 

A la muerte de Gómez y no sin dificultad, van abriéndose paso las libertades. En aquel camino lluvioso y culebrero IBA al volante el Presidente López Contreras. No andaba tan rápido como muchos querían y le reclamaban libremente. Pero tampoco estaba parado como algunos exigían, porque no veían motivo para moverse. Iba a su paso, sorteando obstáculos, evitando peligros, resolviendo contradicciones, algunas de las cuales poblaban su propia cabeza.

 

 
En 1937 hubo elecciones municipales. Por el Municipio deben empezar las reformas del Programa de Febrero. Andrés Eloy es concejal de Caracas. Allí defenderá la autonomía municipal como “…uno de los principios tradicionales y salvadores para la nacionalidad venezolana…” Catia lo reelige, pero lo hacen Diputado al Congreso por el Distrito Federal.

 

 

 
En la Cámara será parte de una minoría reducida. “Vamos a hacer pues leyes” dijo al llegar, para lograrlo “…hay que echar por la borda lo agrio y lo espinado. Pongamos alegría en el trabajo. Sirvamos a la Patria con el gozo de servirla, no con el ímpetu de asustarla…” porque “sirve a la Patria el que sonríe”.

 

 

 

 

El 27 de octubre de 1946, estrenando voto universal desde los 18 años, se elige una Asamblea Nacional Constituyente que se instala el 17 de diciembre. La presidirá. Ahora encabeza una mayoría abrumadora, pero el talante es el mismo. “Buen ejemplo de esa concordia debe ser esta asamblea, por lo que a mí respecta, confío en que nuestras labores se desarrollarán bajo el imperio de la preocupación por Venezuela, en cordial cooperación, con toda garantía de respeto y compañerismo por los grupos minoritarios…” porque si no, “la herencia que dejaremos a los que vienen a encontrarnos, será la soledad”.

 

 

 

En aquella Asamblea, cuyo clima estaba preparado para que degenerara en violencia, Andrés Eloy cumplió su compromiso. Elocuencia y cultura, tolerancia y respeto guiaron su dirección. Fue “el amortiguador” según el líder de la oposición, y una fuente de cordialidad y buen humor para suavizar la pugnacidad y serenar las aguas. Es el papel de la Presidencia parlamentaria, que en la política democrática, si bien no puede ser los frenos, tampoco es el acelerador. Y, por supuesto, lo suyo no es como hace poco vimos, copiar a los monster trucks con ruedas gigantes de ciertos espectáculos de dudoso gusto, y mucho menos, ser un juego de niños, entre adultos inútil y deslucido, como los “carritos chocones” de nuestras ferias y fiestas patronales.

 

 

 

Andrés Eloy, y más cuando una Asamblea nueva nos renueva la esperanza cívica, siempre será ejemplo del representante popular .

 

 

Ramón Guillermo Aveledo

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