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Amo Estados Unidos

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Amo Estados Unidos

Amo a Estados Unidos igual que lo hace Raúl Castro, claro, no tanto como él que está loco por vivir allá. Millones de personas intentan radicarse allí no solo por las oportunidades, sino porque los estados que componen la unión son tan diferentes como bellos e interesantes.

 

A pesar de mi amor por este superpaís, no me canso de decirles a los desesperados que piensen bien su exilio voluntario. Vivir fuera no es fácil. No. Es dificilísimo.

 

Futuros emigrantes: recuerden que nunca se sentirán mejor que en Venezuela, país dolorosamente destruido, inseguro y quebrado, pero amado y nuestro. La verdad, y es bueno aceptarlo, es que en ninguna parte nos están esperando. A donde lleguemos, a menos que sea un hotel o una casa propia, vamos a molestar a quienes por hipocresía, por vergüenza o por no saber decir que no, alguna vez nos invitaron. Pasamos de ser bienvenidos a estorbar y, finalmente, a pelear, porque aunque sea familia, a nadie le gusta tener gente en su casa por más de una semana.

 
En Estados Unidos no hay amigos como aquí. En Venezuela, cada cinco minutos tienes un nuevo gran amigo que no sabes cómo se llama, pero que te adora y hasta es capaz de brindarte un café, una cerveza, una arepa y hasta su casa.

 

Si en Miami no tienes carro, es mejor no ir. Todo queda lejíiiiiiiisimooooo, aunque esté cerca, y lo peor, nunca se ve a nadie caminado por las calles. Si te extravías, quizás pases el resto de tu vida pelando bola porque no hay a quién preguntarle una dirección, y si encuentras a alguien, no te la dirá porque no podrá comprender cómo es posible que no tengas un GPS.

 

Si en Estados Unidos un venezolano quiere conquistar a una mujer, pueden pasar tres cosas: que lo lleven preso por acoso sexual al intentar brindarle un trago a la dama; que ella le haga caso y que él, por no hablar inglés, descubra que la joven no era una muchacha sino un muchacho, razón por la que, al final, optará por lo más sano, económico, sensato, triste y probable: hacer el amor… pero consigo mismo.

 

Y volviendo al tema, Obama ha demostrado ser un excelente domador de fieras y de animalitos menores de derecha y de izquierda. Y hablando de animales, a su carro lo llaman La Bestia. Primera vez que una bestia es el carro y no el presidente, como ocurre en otros países.

 

Emigrantes, a donde vayan se van a fastidiar, aunque conseguirán papel tualé y leche. La moneda es el dólar o el euro, lo malo es que conseguirlos es dificilísimo, ¡igual que aquí!

 

Claudio Nazoa

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