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“Quisiera advertirles acerca de la desunión. La vida del movimiento sindical ha mostrado los peligros de la desunión. Yo suelo repetir que no hay debilidades. Lo que hay son desuniones. Si los débiles se unen los fuertes no se imponen. Pero a veces los débiles no se deciden a unirse…”, dijo Arístides Calvani en 1971 ante el congreso de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores.

 

 

Está presente en la fundación del Instituto Nacional de Estudios Sindicales, pero su única preocupación respecto del mundo del trabajo no es la formación de los trabajadores. Como abogado, la especialidad a la cual se dedica Calvani en el ejercicio es el Derecho del Trabajo. En 1950 es factor decisivo en la fundación del Comité Pro Federación de Trabajadores de Venezuela (Cofetrov), central sindical de inspiración socialcristiana.

 

 

Se dedica a la promoción y formación de sindicatos y del Comité Unitario de Sindicalistas Cristianos (Cusic). No hay sindicalismo neutro, cree. El sindicalismo cristiano es un sindicalismo democrático, autónomo e independiente, ideológico, revolucionario y técnico.

 

 

Su contacto con los dirigentes sindicales y la influencia que sabe ganarse entre ellos estimulan la fundación de la Central de Servicios Sindicales (Servisin) y, en 1974, del Movimiento de Trabajadores para la Liberación (Montral). Elio Aponte González y, por muchos años, Dagoberto González, fueron sus principales aliados en el mundo obrero.

 

 

“Trabajo es lo que hay que dar, y su valor al trabajo”, escribía Andrés Eloy Blanco, el poeta del pueblo venezolano. El trabajo como fenómeno humano y social, la dignidad del trabajo, los derechos de los trabajadores y su organización serán preocupaciones y ocupaciones a lo largo de toda la vida de Calvani.

 

 

Tenía una conciencia muy clara de lo que con motivo de los noventa años de Rerum Novarum diría Juan Pablo II en Laborem Exercens: “Con su trabajo, el hombre ha de procurarse el pan cotidiano, contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica y, sobre todo, a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad, en la que vive en comunidad con sus hermanos”.

 

 

El próximo lunes cumpliría Arístides Calvani 97 años de vida, y el domingo hará 29 de que se fue a la eternidad. En el mundo del trabajo, la academia, la política y la diplomacia abundan las razones para recordarlo con admiración y gratitud.

 

 

 Ramón Guillermo Aveledo

@aveledounidad

 

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