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Al rescate

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Al rescate

En 2007, el bailarín cubano Miguel Ángel Blanco, cruzó la frontera desde Canadá llegando a Estados Unidos junto a dos compañeros más… Abandonaban la isla caribeña, el “mar de la felicidad”, en busca de mejores oportunidades profesionales, pero en definitiva, en busca de libertad, como el mismo expresó en ese momento: «El artista no puede tener fronteras, hay que bailar con libertad y llegar a nuevos estilos, otras cosas con otros aires…Somos jóvenes, es nuestra oportunidad. En Cuba hay un estancamiento, un tiempo detenido. ¿Para cuándo lo íbamos a dejar?”. Actualmente forma parte del Ballet de Washington.

 

Si bien la deserción de bailarines cubanos no es nada nuevo -comenzó desde las primeras giras internacionales de la compañía luego del triunfo de la revolución comunista- sin embargo el éxodo continua y así, el pasado lunes nos enteramos por la prensa internacional (El Nuevo Herald) que al menos seis integrantes del Ballet Nacional de Cuba ( al parecer hay dos más) desertaron del régimen castro-comunista y por ende de la compañía… por las mismas razones que se repiten una y otra vez: «las limitaciones que ofrece la isla para el desarrollo profesional de los jóvenes».

 

Es más, pareciera que la deserción de prominentes figuras de la danza –y de otras áreas culturales- es una constante en los regímenes comunistas, basta recordar los casos de Baryshnikov y Nuréyev, los mejores bailarines clásicos soviéticos, quienes también aprovecharon giras internacionales para pedir asilo político.

 

Claro que la fuga de talentos abarca todos los sectores, no sólo el cultural, y la hemos venido apreciando en nuestro país pues nuestros jóvenes profesionales no ven futuro en esta tierra pisoteada por la bota cubana y optan por emigrar a otros países con el fin de conseguir mejores condiciones profesionales y personales, de suerte, que hoy se encuentran fuera del país una inmensa cantidad de jóvenes recién graduados en nuestras universidades y cuyos puestos de trabajo aquí, se encuentran ocupados por cubanos cuya calidad profesional está en entredicho, pues no cumplen con el mínimo requisito de revalidar sus carreras para ejercerlas en nuestro país, ya que sólo basta que sean cubanos al servicio de ambos regímenes.

 

Cómo puede haber desarrollo, cómo puede salir adelante un país en el cual sus instituciones están inmersas en la más absoluta decadencia y perversión. Un país dónde sólo basta ser adepto del régimen o militante del PSUV para surgir, como es el caso de John Quiroz, “empresario nuevo”, forjado al fragor de la revolución, sin partida de nacimiento, doble cedulado y con prontuario policial, dueño de «La Venezolana», concesionario rojo que estafó a casi 6 mil personas, al amparo -presuntamente- de hombres fuertes del régimen, quien huyó pues, de acuerdo con la noticia emanada por el Ministerio Público que dirige Ortega , «las autoridades migratorias del estado Falcón frustraron un intento de fuga en el aeropuerto Josefa Camejo de Punto Fijo, en el que apresaron al piloto, el copiloto y dos escoltas que lo acompañaban»… Nada de agarrar a John, éste se piró o lo dejaron escapar…lo cierto es que no está «privado de libertad», pero nadie ofrece una explicación.

 

El régimen tampoco explica como el «Gordo Bayón» acusado de un triple homicidio y con prohibición de salir del territorio del estado Bolívar participaba «en la reunión que el alto gobierno sostuvo con el Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y sus Similares (SUTISS)» el día de su asesinato. Como dice la ex-diputada Paulina Gamus: «…En cualquier país donde el gobierno, el partido oficialista, sus parlamentarios, los jueces y fiscales no constituyeran una mafia, el gobierno habría tenido que explicar a la nación porqué un asesino convicto y confeso, no solo estaba libre sino que era huésped de la presidencia de la República».

 

Este régimen nos quiere vender que «Maduro es pueblo» y que el pueblo es feliz con él. Falso. No se puede ser feliz cuando hay hambre producto de la falta de alimentos y la inflación que todo lo encarece. Lo que hay es muerte por la inseguridad reinante gracias a la impunidad que ha convertido a Venezuela en un país donde campea el hampa, la delincuencia.

 

Estas son las cosas que hay que cambiar. Ningún país con tal corrupción, injusticia y anarquía puede progresar. Venezuela, hoy por hoy, está sumida en un estancamiento, en un anacronismo que no es otra cosa que el reflejo de la ruina y declinación moral, económica, política y social de un régimen perverso que aniquila y destruye las oportunidades de desarrollo personal y profesional de nuestros jóvenes y en consecuencia, las del país.

 

En definitiva, todo un tiempo perdido que hay que rescatar.

 

pereznitu@gmail.com

@nituperez

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