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Actos de Repudio y Guerra Económica

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Actos de Repudio y Guerra Económica

Hace un tiempo tuve la oportunidad de oír el relato de un acto de repudio. Fue hace unos diecisiete años cuando me lo contó uno de los líderes más conspicuos de la resistencia cubana. Oswaldo Paya, dirigente del Movimiento Cristiano de Liberación, me lo relato como una de las experiencias más terribles que había vivido su familia. Una noche cualquiera su casa fue rodeada por una muchedumbre que comenzó a insultar, gritar consignas, manchar las paredes con pintura de aceite, intimidar a mujeres y niños lanzando piedras contra la fachada, rompiendo los vidrios, y usando altavoces para presentar a Oswaldo como un enemigo de la revolución cubana. Para la época, los célebres CDR´s (comandos de la revolución) tenían entre sus atribuciones más monstruosas el poder emprender estos actos cobardes contra las casas y familias de los que osaran enfrentarse a la voluntad de los Castro. Y lo ejercían con una ferocidad que deja muchas dudas sobre la posibilidad que tiene ese pueblo de reponerse rápidamente de tantos años de infamia participativa y protagónica.

 

Oswaldo me confesó que desde esa noche habían abandonado su casa, y que hasta la fecha no habían encontrado forma de conseguir la pintura apropiada para borrar las consignas insultantes que habían dejado como recuerdos en el frente de su vivienda. También me dijo que eran muchas las noches que pasaba en vela temiendo que ocurriera de nuevo.

 

Viene a mi mente esa anécdota cuando me entero que cosas similares pueden estar ocurriendo en el país. La más reciente fue anticipada por una central de trabajadores socialista cuando anunció que estaban preparando tomas contra las sedes de Fedecámaras, Consecomercio y Venamcham. Por supuesto que nadie se cree que iniciativas como esas no tengan patrocinantes. Los manifestantes de aquí (igual que en Cuba) llegan en flamantes autobuses cuando las tarimas, el sonido y las cámaras de televisión están perfectamente montados para transmitir el espectáculo. Las franelas especialmente confeccionadas para el evento demuestran la poca espontaneidad y el alto financiamiento. La conducta permisiva de policías y guardias nacionales son testimonio elocuente que el ventrílocuo es el alto gobierno, que seguramente usará toda la trama para desplegar masivamente el mensaje más conveniente a sus intereses: “que son los mismos trabajadores los que desenmascaran a los verdaderos protagonistas de la guerra económica que se está ejerciendo contra el pueblo” y que por lo tanto el gobierno, legitimado por este apoyo, se verá obligado a tomar medidas radicales para salvar a la patria.

 

En Cuba estas artimañas perversas se presentaban como el pueblo que tomaba justicia por sus manos y develaba las arteras intenciones de los gusanos rastreros que traicionaban la revolución. Aquí son supuestos trabajadores, usando el mismo argumento, que salen a protestar y a defender la pureza de intenciones del gobierno. En esencia son el mismo guión que intenta los mismos resultados: amedrentar y desviar la atención sobre las causas verdaderas de los problemas que tenemos.

 

El gobierno nacional está entrampado. Se sabe al garete pero no puede imaginar la solución apropiada para salir del laberinto ideológico en el que están perdidos. No pueden reconocer que la economía dejó de funcionar porque está asfixiada de controles. Tampoco pueden decir que la revolución y los revolucionarios están carcomidos por la corrupción. Mucho menos van a mostrarse de acuerdo con que ni hacen ellos ni dejan hacer a los demás, porque no hay garantía que esté vigente ni confianza que puedan invocar para atraer las inversiones, porque la verdad es que todo el gobierno anda enredado en una trama para retener el poder al precio que sea. Por eso se han inventado esta guerra económica en la que supuestamente los organismos empresariales están involucrados. Ellos, que se quedaron en el país de comiquita imaginado por el arañero y sus cuentos, no pueden entender al país real y complejo que está extenuado de tanto maltrato.

 

Es un problema de modelos mentales, de conjeturas, de hipótesis y acertijos que no caben en cabezas tan simples como las que piensan en términos de conjuras, complots, enemigos ocultos y teorías de la conspiración. En la cabeza de los que dirigen este gobierno el rincón de los desechos es el que los demás usan como recursos de la modernidad: (1) Que el que tiene el todo el poder también ostenta toda la responsabilidad y por lo tanto ellos son de hecho los principales autores de este caos. (2) Que los problemas se resuelven atacando sus causas y no juzgando moralmente sus consecuencias para encontrar a quien cargar con las culpas. Pero ellos prefieren presentar el chivo expiatorio antes que cambiar una sola coma de su estrategia económica y política. (3) Que el arte de la política y de la economía es sustancialmente pragmático. Lo que funciona se mantiene y lo que no sirve se elimina. Pero ellos prefieren hundirse con los desechos galácticos de su revolución. Lo malo es que nosotros también.

 

El gobierno podrá hacer todos los actos de repudio que quiera. Podrá tomar todas las sedes que desee. Total, ellos quieren ser la copia de lo peor del experimento cubano, la peor tragedia del Caribe, que nosotros repetimos como una farsa de tintes dramáticos. Pero ni Cuba ha mejorado su calidad de vida a través de las acciones de los CDR´s ni nosotros sortearemos los obstáculos de una economía violada en todos sus principios, por más tomas que financien y patrocinen.

 

 

Por Víctor Maldonado

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