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Aceleración de vértigo

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Aceleración de vértigo

 

Los jerarcas del régimen no están dispuestos de ninguna manera a abandonar el poder. Ni por las buenas ni por las malas. Los ciudadanos que los padecen no están dispuestos a permitir que aquellos sigan en el poder. Hasta ahora, por las buenas. El conflicto se ha vuelto insoluble.

 

 

 

Maduro sin discurso y sin proyecto, sobre los rines de llantas desbaratadas y con una batería exhausta, ha diseñado la muerte del referéndum revocatorio de 2016 con la vaga promesa de uno en 2017 que tampoco se hará. Si tienen fuerzas para impedir el de este año, impedir el del año que viene sería coser y cantar. Tienen terror a contarse y no están dispuestos a salir del poder por elecciones. En ese caso llegarían a preferir la renuncia de Maduro a que lo saquen los votos.

 

 

 

Sin embargo, a esos planes macabros la sociedad democrática pugna por enfrentarse con asertividad. El instrumento electoral que en los años recientes ha utilizado es la MUD, con éxitos importantes, pero recientemente con un desgaste notable en la medida en que se convirtió en feudo exclusivo de cuatro partidos. De esa forma, esa herramienta se agotó. Pero hay cambios significativos que suenan promisores: diálogo con los partidos excluidos y comienzo de un tímido diálogo con la sociedad civil. El acto unitario del lunes pasado y sobre todo el documento leído son muy prometedores.

 

 

 

En esta recomposición opositora hay signos muy favorables de cambios. El fundamental es la decisión de no aceptar ni los tiempos ni las trampas del régimen a través del CNE para impedir el RR2016. Es muy importante la determinación enunciada de no aceptar el carácter estadal de la recolección del 20% de las firmas sino asumirlas como de carácter nacional. En la práctica, las fuerzas democráticas están convirtiendo esa eventual recolección de firmas en un referéndum revocatorio 2016. Ante el intento de darle largas al asunto, la oposición podría proclamar urbi et orbi que 6 millones, 8 millones o 9 millones de ciudadanos en la calle constituyen el referéndum que el régimen impide realizar este año. No es de extrañar que los rojos intenten alguna maniobra postrera para impedir también esa recolección de firmas que significaría la presencia de una avalancha popular en la calle por 3 días.

 

 

 

Dice el documento unitario del lunes pasado: “Rechazaremos cualquier condición que viole la carta magna. Si el gobierno insiste, se encontrará en la calle con un pueblo que lo obligará a acatarla”. Sentencia que establece el dilema: RR2016 o, camaradas, les será impuesto por los de abajo.

 

 

 

Mientras tanto, el vértigo.

 

 

Carlos Blanco

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