A los Generales García Plaza y Barrientos
febrero 12, 2014 7:29 am

Venezuela sufre una severa crisis económica que se está propagando hacia lo social a través de la caída de los salarios reales, que ya en 2013 acusaron una disminución cercana al 10,0%. Los responsables de esa crisis son quienes han dirigido la política económica y la petrolera, a saber, Jorge Giordani, Nelson Merentes y Rafael Ramírez, por haber despilfarrado los centenares de millones de dólares que ingresaron a Venezuela por concepto de exportaciones petroleras.

 

Hoy el país sufre la penuria de la escasez generalizada, una inflación galopante, sus reservas internaciones están exhaustas porque ni siquiera se ahorró una fracción de lo que ingresó y además el crédito externo está cortado, debido a las deudas acumuladas que no se han pagado y por el hecho de que los inversionistas que pueden comprar los bonos venezolanos exigen una tasa de interés de al menos 15,0% en dólares, la cual resulta muy onerosa. Esto es parte de los huecos que en las finanzas del Estado han dejado Gioirdani, Merentes y Ramírez, no por actuar de mala fe, sino en un caso por desconocimiento de la economía y de sus fundamentos y en el otro por apegarse a dogmas ya en desuso.

 

Fundida la credibilidad de Giordani, Merentes y Ramírez para anunciar cualquier política sensata, buena parte del manejo de la economía, de una u otra manera está en manos de ustedes. El país no soportaría otro fracaso como el que produjeron las malas políticas aplicadas por el trío mencionado. ¿Quién en Venezuela puede imputarle alguna credibilidad a lo que puedan plantear Giordani y Merentes? Nadie. En el caso del profesor Giordani porque su dogmatismo le ha cercenado cualquier posibilidad de imaginar políticas diferentes a las que ya ha aplicado, aunque dispuso para ello de recursos casi ilimitados.

 

A Merentes, menos aún, no solo por lo folclórico de lo que dice, sino porque él es el responsable más directo de la pérdida masiva de reservas internaciones que ha sufrido el BCV entre 2010 y lo que va de 2014. Ustedes, señores generales, deben recordarse del Plan Siembra Petrolera lanzado por Ramírez y PDVSA en 2005 y que consistía en aumentar la producción petrolera hasta 5.800.000 barriles diarios de petróleo en 2011. Sucede que al cerrar 2013, la producción apenas rozó los 2.800.000 barriles de los cuales, las empresa extranjeras produjeron cerca de 500.000 barriles.

 

Así las cosas, es grande la responsabilidad depositada en sus manos. Les toca lidiar con unos sectores productivos semi paralizados, sin divisas para operar, con un establecimiento industrial incapaz de competir con cualquier economía de tamaño mediano de la región o del mundo. Afortunadamente fue removido del cargo el ministro Ricardo Menéndez, joven soberbio pero sin las credenciales para dirigir la cartera relacionada con la industria.

 

Aquél ministro retador, que nunca había manipulado un tornillo en su vida, quería hacer y disponer del esfuerzo de años de muchos industriales venezolanos que mal que bien todavía mantienen en pie sus establecimientos cuando han podido cerrarlos y marcharse a otras parte a probar suerte donde los traten con consideración.

 

Yo me voy a permitir exponer de seguida un conjunto de apreciaciones que espero que les resulten de utilidad. La economía como ciencia es algo serio que merece estudio y reflexión. No por casualidad entregan un premio Nóbel en esta disciplina. La inflación, entendida como el alza sostenida de los precios, no la causa ni el comerciante ni el industrial, tampoco el consumidor. Para que haya inflación debe producirse un hecho incuestionable: debe haber moneda con la cual comprar los bienes. Si no hay dinero circulante en cantidades abundantes los precios pueden ser elevado pero no suben persistentemente.

 

Ahora, como aquí existe un Banco Central, cuando este se excede creando dinero, por ejemplo para financiar el déficit fiscal, el público se encuentra con saldos monetarios que nada tienen que ver con la producción de bienes o de servicios. Esa masa de dinero que la gente no quiere comienza a volcarse a la compra de bienes y también dólares. Es esa presión la que termina provocando la devaluación de la moneda y luego la inflación.

 

Si el control de precios funcionase en el mundo no habría inflación. Si ustedes quieren hacer desaparecer un producto del mercado, imponga un control sobre los precios. El efecto más inmediato del control de precios es la escasez, como la experiencia mundial lo atestigua. Fíjense que los dos países que más inflación y escasez tienen en América Latina son justamente donde hay controles de precios, Argentina y Venezuela.

 

Ese entramado burocrático sumamente costoso que implica el control de precios y de cambio de nada sirve para atemperar los precios si la política monetaria que implementa el BCV está bombardeando con dinero sin valor una economía con la producción en suelo. El resultado es que sobrará el dinero y faltarán los bienes. Lo mismo sucede con el control de cambio. Por muy honestos que sean sus administradores es muy grande la tentación para favorecer a amigos y relacionados cuando se tiene en las manos la asignación de divisas escasas y más todavía si entre los precios de esas divisas existe un abismo infranqueable que estimula todo tipo de corruptelas.

 

Ojalá que en esta hora menguada de la economía venezolana actúen ustedes con sensatez, escuchando opiniones diversas y no sean presa de ideas dogmáticas que aportan muy poco a la comprensión de los problemas y mucho menos para solucionarlos.

 

Por Ramón Guillermo Aveledo