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¿Deslinde?

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¿Deslinde?

 

He sido un defensor y propulsor acérrimo de la “unidad”, de la cual he sostenido en más de una ocasión, en artículos, intervenciones públicas y redes sociales, que es una condición indispensable sin la cual es imposible librarnos del oprobioso régimen que nos agobia desde hace casi 20 años, hoy devenido en dictadura.

 

 

Casi considero digno de anatema a quien piense lo contrario y yo mismo me espanto si tan solo la duda aflora en mi mente. Y sin embargo… debo reconocer que, durante los últimos días, semanas, esa duda realmente me desvela.

 

 

La duda se intensifica tras leer y reflexionar sobre un artículo del historiador Elías Pino Iturrieta, aparecido en El Nacional Web el 29 de julio, bajo el nombre “La cacareada unidad”; incluso, más que el artículo y su título, la duda profunda, ontológica me la taladra una pregunta sabiamente formulada por el autor: “¿caben todos los opositores con comodidad y con justicia en la misma sala situacional, como si fueran semejantes sus merecimientos, sus realizaciones, sus ejemplos y sus intenciones frente a los negocios públicos?”

 

 

Ciertamente, no caben todos en el mismo cuarto como si sus merecimientos, realizaciones, ejemplos e intenciones fueran iguales o semejantes. Pero no solamente por eso. Uno se pregunta a estas alturas del juego, dado el nivel de autodestrucción a que nos hemos sumido en la oposición, si no será mejor aislarlos y esperar a que el morbo destructor termine su tarea, como Atila y su caballo, y después empezar de nuevo, desde cero.

 

 

Probablemente es mejor.

 

 

Ese sentimiento de duda, con respecto al valor intrínseco de la “unidad”, se destapa mucho más al leer las criticas inclementes a partidos y líderes opositores, tras la muerte ya declarada de la MUD. A algunos no les basta ver el cadáver de la malograda unidad electoral –que en definitiva es lo que era la MUD–, quieren ver su cadáver bien bajo tierra, o mejor bajo excrementos.

 

 

Cuando veo los niveles de critica –muy bajos–, el lenguaje que se emplea –muy soez–, y los argumentos que se esgrimen para referirnos los unos a los otros –débiles o inexistentes–, dudo sobre si valga la pena seguir predicando sobre la “unidad”, pues ya es un verdadero predicamento, y concluyo, como ya dije, si no será preferible esperar a que desaparezca esta generación de políticos opositores, pero con sus respectivos críticos; a lo mejor a la larga saldremos ganando.

 

 

Muchos se preguntan, y se responden afirmativamente, si los políticos opositores, ciertamente por los errores cometidos, la falta de decisión para encarar las tareas y los niveles de conducción del pueblo –y sus críticos, por exactamente lo mismo–, ¿no se merecerán una piadosa muerte? Quizás. ¿Sera que estaremos a las puertas, no de una Anemia Democrática, como dice Mibelis Acevedo en El Universal del 26 de julio, sino de algo mucho más grave: de una “eutanasia opositora”? Estamos acabando, asesinando, disculpen la crudeza, a dos, y quizás más, generaciones de políticos del país, solo porque han cometido errores, que ni por asomo son las atrocidades que ha cometido el régimen, la dictadura, o solo porque tal parece que algunos de ellos no entienden cuando llega el momento de decir: “me voy”.

 

 

 

No cabe duda que muchas de las críticas políticas que se formulan a la oposición y a la MUD son ciertas y merecidas, pero, ese es solo un tema. El otro, que es el que me preocupa más, por los precedentes que está creando, es el tono en que se formulan las críticas, porque no hay garantía –ya lo hemos visto en el país después del 2013– de que desaparecido el perro vaya a desaparecer la rabia.

 

 

 

Desaparecerá la MUD, ya ha desaparecido hace tiempo; desaparecerán muchos de los políticos que hoy nos “conducen”, como desaparecieron otros que nos condujeron y nos trajeron a estos predios; incluso desaparecerán los “críticos”, pero si no desaparece el “estilo, el tono, el morbo, que acompaña a la mayoría de las críticas que se formulan, no habremos ganado nada y corremos el riesgo de que la historia se reproduzca como tragedia, que es como suele ocurrir.

 

 

 

La mayor virulencia contra la “unidad”, ciertamente no es contra ella.

 

 

 

Es una virulencia anti opositora, anti partidos, sí, pero es más contra las personas –razón más que suficiente para deslegitimarla– y se nota sobre todo en las “redes sociales”, donde las críticas y críticos destilan su veneno a placer, usualmente bajo seudónimos y anónimos; pero no solo esos “críticos” son los que están allí, también están allí los que levantan “sospechas”, “dudas”, se hacen “preguntas”, piden “aclaratorias”, “desmentidos” o simplemente calumnian. Desde una supuesta superioridad moral –y usualmente desde la distancia y bajo un seudónimo– se dice cualquier cosa, se levanta cualquier infundio o ignominia, que cuando se responde o se aclara, jamás se acepta y nunca hay una rectificación o disculpa. No. La misión ya está cumplida, la duda o calumnia, sembrada, la reputación buena, mediocre o mala, más deteriorada.

 

 

 

No pareciera que esta tendencia o conducta tenga remedio en las redes sociales; así que por mi parte decidí marginarme de ese escenario y no contribuir a ese morbo, omitiendo discutir en redes sociales, especialmente en Twitter, donde no he visto que se logre nada positivo y con contadas excepciones, son pocos a los que vale la pena seguir o responder; desde luego a quienes insulta desde anónimos y seudónimos, menos que menos, a ninguno se debe responder.

 

 

 

Afortunadamente en los últimos días hemos visto a algunos de los denodados o denodadas –aquí si cabe el femenino– críticos, tratando de recoger algo del agua derramada, pidiendo algo de sindéresis o cordura, antes de que sea demasiado tarde y se arrase con todo lo que queda de oposición. Ojalá sea imitado el ejemplo.

 

 

 

Por lo pronto ese “nivel” de critica ya ha perforado, horadado, la “unidad” y nos hace plantearnos que quizás la unidad de toda la oposición bajo una sola bandera no es posible, que lo mejor es profundizar el deslinde que ya existe, que cada quien haga su camino y monte tienda aparte, con sus diferentes opciones y propuestas y esperemos a ver por quien se pronuncia el pueblo. Eso probablemente retrasará la salida de esta oprobiosa dictadura, pero parece que por los momentos otra alternativa no es posible.

 

 

 

Ismael Pérez Vigil

Politólogo

ismaelperezvigil.wordpress.com

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