54 años después
julio 21, 2015 1:57 am

España pierde la oportunidad de ser un actor de primera fila en la nueva situación de Cuba

La reapertura de embajadas entre Estados Unidos y Cuba —ayer la ceremonia se limitó a la legación cubana en Washington— consolida el diálogo como mecanismo de solución de los problemas entre dos países enfrentados durante más de medio siglo. Es un escalón más en un proceso que transciende el marco puramente bilateral; tiene vocación hemisférica por la influencia de EE UU y Cuba en América Latina y otros países.

 

 

A la espera de conocer los detalles de los acuerdos para hacer posible la reapertura de embajadas, cabe suponer que Obama ha renunciado al trabajo de la legación diplomática en La Habana —históricamente ejercido por las Administraciones republicanas— de ayudar a los opositores y forzar la transición hacia la democracia. Eso no debe significar que Obama desista de promover las libertades en la isla dentro de los cauces de la Convención de Viena.

 

 

Sería coherente, además —tarea del Congreso, no de la Casa Blanca—, levantar el embargo y apoyar la incipiente apertura económica y social registrada en el país caribeño con el cambio de rumbo de Raúl Castro hace cuatro años. El desarrollo y las mayores cotas de bienestar individual demostrarán que el pluralismo es mejor herramienta que el partido único y la estatización para administrar una sociedad y encaminarla hacia el progreso.

 

 

Valorar estos pasos y constatar la creciente presencia global de líderes hacia Cuba lleva a lamentar que la actividad española en la isla no mantenga un ritmo político y económico mucho más intenso. Es grave la pérdida de iniciativa en una zona estratégica para España: es llegar tarde al cambio y perder la oportunidad de ser un actor de primera fila en la nueva situación.

 

Editorial de El País