Nadie habla claro
noviembre 17, 2017 6:50 am

 

 

El gobierno miente. Con desparpajo y descaro. Esconde información privilegiada. Disfraza circunstancias. Maquilla números y reportes. No hay plan. El plan es no tener plan. Porque en esta situación los que mucho robaron, ganan. Se produce el segundo envión de hacerse de más dinero. Para un enchufado mil dólares es «dinerito de bolsillo». Algo así como las moneditas para lanzar como despectiva limosna al cepillo de la iglesia. Están lavando dólares mal habidos y comprados a tasas preferenciales o en el mercado negro venden sus lechugas a cambio creciente. Viven como pachás, en Venezuela o doquiera que van.  Lo que no consiguen en el mercado doméstico, lo importan. Al precio que sea. Sea productos básicos o cualquier artículo que dé satisfacción a la necesidad de placer. Total, para eso «trabajaron» arduamente durante todos estos años. Infinitas reuniones y «jaladas» de mecate. Largas horas de calarse discursos a cuál más ridículo. Ahora es tiempo de gozar. Y encargarse de complicar cada vez más el entramado de «panas testaferros», que también se hacen de nada módicas comisiones por poner cara y firma.

 

 

 

 

Con lo que tienen los enchufados en cuentas secretas sobra para pagar la colosal deuda de Venezuela. Es como cuando Pablo Escobar ofreció pagar la deuda externa de Colombia. Lo esquilmado por los querubines de alas carmesí al erario venezolano equivale más menos a tres veces la deuda en la que nos metieron sin consulta, autorización ni derecho a protesta. Leo que la deuda que cargamos los ciudadanos sobre nuestros hombros se eleva a $  4.720  per cápita. Algo impagable para la inmensa mayoría de los criollos de a pie. Pero, para los enchufados, apenas son sobras, boronitas.

 

 

 

Por cierto, los dulces enchufados se han convertido en generosos filántropos. Uno los ve por todas partes contribuyendo con obras de caridad y haciendo aportes financieros a organizaciones sociales que están al borde de la asfixia. Con ocasión de los 500 años de Lutero, se me antoja que estos magnánimos filántropos están comprando indulgencia plenaria con el dinero que nos robaron. Vaya, pues.

 

 

 

Nadie habla claro. Me gustaría mucho ver a la oposición siendo diáfana y pedagógica al explicar cómo fue que se produjo el mayor saqueo a Venezuela en toda su historia y cómo vamos a tener este pesado guacal sobre nuestros hombros y, más grave aún, cómo un mínimo de dos o tres generaciones han quedado pataleando en el fango.

 

 

 

Hablar claro supone algo muy difícil: salir de los estrechos pasillos del discurso que se concentra en el hoy de hoy para hoy y explicar, en palabras llanas y comprensibles, lo que está pasando y, peor aún, lo que va a pasar. Explicarlo sin edulcorantes, aunque duela hasta la cutícula del meñique. La esperanza no es disfrazar el dolor; es construir sobre la verdad.

 

 

 

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@solmorillob