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¡Auxilio y gas lacrimógeno…!

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¡Auxilio y gas lacrimógeno…!

La iracundia del régimen vomitó su odio en las calles de Caracas, bandas delictivas arremetieron contra la voluntad de cambio de millones de ciudadanos cansados de abusos. Piquetes de las fuerzas armadas acompañaron a los energúmenos de marras; salieron con armas a reprimir a la libertad, son los defensores de aquellos que castraron sus sueños y los colocaron a la altura del profundo desprecio de un país que los rechaza. En definitiva: la cuna de la emancipación americana está secuestrada. La gloria  de los héroes fue manchada por la iniquidad. Un régimen totalitario, mancilló los principios democráticos, asumiendo el triste papel de sepultureros de nuestra historia. Un tribunal supremo de justicia con el ungüento de la miseria humana, se convierte en el brazo jurídico para acabar con la institución del voto; al liquidar de un plumazo a la Asamblea Nacional. Elegida por una impresionante mayoría de venezolanos ávidos de un cambio profundo. Desde el primer momento el gobierno nacional, valiéndose de los más grotescos mecanismos de perversidad ideológica, buscó destruirla con la misma virulenta que aplicó Adolfo Hitler, para incendiar al  Reichstag;  y así iniciar su camino hasta conducir al país por los arrebatos de la locura. Hoy el nuevo tirano investido con el oropel de las grandes mentiras es Nicolás Maduro. Un séquito de adulantes franquea al regordete príncipe de las tinieblas, su monumental incapacidad se manifiesta en la realidad de una nación hundida en lo profundo de la ciénaga. La corrupción galopa en casquillos pulidos por el negocio del narcotráfico.

 

 

Sus principales figuras son investigadas por sus nexos con el crimen organizado, sus fortunas han crecido en la misma medida con la cual decaen las perspectivas de crecimiento de nuestra economía; teniendo como víctima principal la calidad de vida de nuestra población que rebusca en la basura algún trozo descompuesto para calmar su hambre. Esta dramática realidad sigue siendo una de nuestras principales desgracias. Los últimos acontecimientos le han abierto los ojos al mundo con referencia a lo que ocurre en Venezuela. No es momento para guardar una distancia cómplice, tampoco para callar lo que le acontece a una nación que jamás le dio la espalda a otro pueblo, es por eso que los países democráticos tienen que actuar de manera contundente para detener este desquicio. La revolución venezolana cuenta con la anuencia de los infiltrados en el mundo democrático, durante años han sido los filibusteros de este asalto a mano armada que han perpetrado una jauría de resentidos sociales, con ellos se entendieron en las sombras obteniendo su cuota en la repartición del botín. Esa verdad sellada con el silencio petrolero es una carta que guarda Miraflores en el cofre de las cuentas por cobrar. No es momento para vacilaciones aconsejada por la conveniencia. Es necesario que los demócratas del planeta den un paso al frente para salvar al hermano atrapado en las garras del mal.

 

 

Alexander Cambero

@alecambero

alexandercambero@hotmail.com  

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