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Contrición y atrición, parecidos pero no iguales

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Contrición y atrición, parecidos pero no iguales

Que difícil lo ponen algunos dirigentes para no caer en la tentación de hacerles críticas. Cometen errores actuando en base a sus intereses, encuentran reacciones mayoritarias de rechazo, se quejan y dicen cuanta cosa se les ocurre, para luego indicar que son demócratas, respetan y aceptan la disidencia.

 

 

Algunos han decidido excusarse por las faltas cometidas, que muchos advirtieron y por hacerlo, fueron catalogados de radicales, traidores, contratados y pagados porel régimen. Se presenta la duda de aceptar reconcomios ¿fingidos? -aun continúandel timbo al tambo- por los ciudadanos que se consideran burlados, timados y engañados. ¿Habrá que celebrarlo? O, tratar de entenderlos.

 

 

La religión católica -y todas aquellas que valoran la confesión aunque no sea ante un sacerdote sino personal, como las protestantes, la judía y la musulmana- no sólorequieren contrición, es decir, arrepentimiento real por una culpa cometida, dolor y pesar sinceros por haber pecado. O, siquiera, atrición, que es la pesadumbre no tanto por la gravedad de la ofensa a Dios sino por el temor al infierno. Existe también la falsa compunción, afirmar que se avergüenza por una mala acción -o una estupidez con perjuicios para millones- sólo por cubrir apariencias y no estar realmente apenado ni dolido, como algunos que ocultan viejos comunismos.¡Contrición y atrición, ni se escriben ni son iguales!

 

 

Tras errores cometidos –no necesariamente asumidos- y el reclamo airado, contundente y decisivo de la ciudadanía harta de falsedades y disimulos, algunos dirigentes han optado por acudir con aparente humildad a los medios de comunicación para dar explicaciones a la colectividad y hasta suplicar su indulgencia. Loable, pero deben ser más cuidadosos con las formas, la falta de autenticidad y credibilidad que se les sale por los poros, cuando se habla sólo de la boca para afuera suele notarse, se percibe, y la política se trata de percepciones.

 

 

Por otra parte, muchos hablan de arrepentimientos pero caen en negaciones que empeoran el problema, pues unos declaran una cosa hoy, mañana otros del mismo grupo piden un perdón diferente y al día siguiente algún trasnochado los contradice a todos. Es asombroso, el nivel de irresponsabilidad, el mar de contradicciones en que nadan con escasa habilidad náufragos de esta MUD que zozobra, cada quien jala para su lado, se dicen y desdicen, importándoles poco lo que piensen, sufran o padezcan los ciudadanos, se han convertido en irrespetuosos vocacionales del prójimo.

 

 

Todos estamos conscientes de que en la unidad esta el éxito. No obstante, aceptarla a cambio de chantajes, amenazas y arbitrariedad, son cuestiones diferentes. No necesariamente debe ser así, no siempre necesitamos una unión electoral como un enorme e inmanejable paraguas único.

 

 

Los votos nacen de la esperanza y la fe, no son sólo de la unidad partidista sino cada día más de la absoluta coincidencia ciudadana en su frustración, indignación y hastío por las mentiras, fallas y carencias del régimen que le amargan la vida al 80% de la población, una creciente molestia abrumadora que paraliza al país.

 

 

No es fantasía deducir que por la pérdida de fe en la MUD y especialmente en el Gobierno, una tercera vía u opción diferente tiene muchísimas posibilidades de éxito -y quizás en eso estén pensando dirigentes menos comprometidos con los cerrojos de los mandamases–. No sería contra la MUD, sino además de ella.

 

 

Una preocupante, a la vez realista verdad, es que la MUD y el Polo Patriótico, sumados, no representan a más del 50% de la población, incluso algo menos. En consecuencia, existe una mayoría sedienta de un nuevo liderazgo, una nueva dirección programática que refresque el ya muy cargado ambiente. Y no caigamos en la manipulación palurda, de que quien se salga de la unidad será arrasado por ella, eso mismo lo decían del PSUV y ahí están los resultados. Por el contrario, una vía opositora, distinta y paralela pero diferente a la MUD, podría ser una nueva forma de unidad contra el mal nacional.
Hay que ser respetuosos, considerados y, más importante, abrir la mente para oír, escuchar a todos los sectores. No hay que caer en la reiterada necedad partidista de creerse dueños de la verdad. Nadie lo es por completo, la realidad es una hidra con muchas cabezas, y quienes no se percaten de ello con claridad terminan dando palos de ciego.

 

 

Tampoco hay que seguir cayendo en el otro complejo de algunos líderes políticos, convencidos de que si no dicen cualquier cosa todos los días no serán tomados en cuenta. Creen esos politicastros parlanchines que los medios de comunicación y las redes sociales, son especialmente para ellos, y que los usuarios lo único que hacen en su vida diaria es esperar lo que digan de lunes a domingo. Cuidado con ese error de apreciación.

 

 

Hay algunos convencidos de que sus carreras dependen de un solo tema, o al menos es lo que creen; comprueban que otros líderes crecen en el interés público por circunstancias que ellos no disfrutan -o padecen-  y se desesperan. Agarran su tema y lo machacan todos los días sin parar, a tal punto que terminan convirtiendo la cuestión en pendejada y parecer pendejos en una forma de ser. No la mejor y más de uno ha perdido todas las posibilidades, en los diversos niveles, por caer en esa trampa.

 

 

Es claro, por ejemplo, que una prisión conlleva el riesgo, intolerable para un político, del olvido; pero también la emocionante probabilidad de la dignidad y la seducción del martirio, de ser víctimas heroicas de la barbarie, mientras que por el contrario una gobernación o una alcaldía son victorias que, para fortalecer una imagen de liderazgo y popularidad, exigen trabajo y realizaciones concretas, y eso no es fácil ni todos lo logran.

 

 

 

Que muchos dirigentes de la MUD, particularmente de los partidos controladores, han cometido errores y han mentido descaradamente, es una constante irrefutable. No es extraño que empiece a comentarse más o menos por lo bajo -y no tanto- la posibilidad de una unidad alterna, integrada por líderes y partidos más frescos, menos contaminados, y que por ello tengan inteligencia y pragmatismo suficientes para dar cómoda y tentadora acogida a las mujeres que se han destacado con luces propias en la defensa de la libertad, los derechos humanos y presos políticos;que no son para ellas pretextos sino sentimientos y compromisos profundos. Muchos se sienten desplazados e ignorados, la alternativa debe ser incluyente, sin prepotencias ni desprecios.

 

 

Aún más allá, aparece una nueva y alarmante realidad que hasta la mayor institución del perdón, la Iglesia, tampoco se siente cómoda con ninguna de las partes en conflicto y empiezan a asomar señalamientos y reclamos. En la mente popular, la Iglesia puede terminar desgastada en esta batalla de insultos, mentiras yde compromisos que se acuerdan para ser arrinconados y relegados apenas salen de la sala de conversaciones. No es cristiano mentir, recuérdese.

 

 

 

La contrición y atrición son actitudes opuestas, porque lo que está en juego para el perdón no es la comprensión sino la sinceridad en el arrepentimiento. Es lamentableque la franqueza no sea una virtud que practiquen con asiduidad los políticos.

 

 

@ArmandoMartini

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