Un país en venta
mayo 11, 2013 6:20 am

Frente a la chequera extendida, los mandatarios del Sur cerraron los ojos

Varios miles de millones de dólares ha costado a los venezolanos la primera gira de Nicolás Maduro por los países aliados. Comenzó en Cuba con 50 y tantos acuerdos por 2 mm de dólares y culmina en Brasil, abriéndoles las puertas a los empresarios del Sur.

 

Siguiendo las enseñanzas de su «padre» fallecido, no ofrece nada nuevo para los venezolanos. Todo lo contrario, llama a los empresarios argentinos para que vengan a Venezuela a cultivar las tres millones de hectáreas que fueron tomadas y expropiadas a productores venezolanos.

 

Tierras que después de cinco años las volvieron improductivas y en lugar de los grandes sembradíos, ahora los buques hacen colas en las costas venezolanas para descargar los mismos productos. En 2012 la cifra fue de 75 mil millones de dólares en compras en el exterior.

 

Mientras Maduro vendía el país a los voraces vecinos, en Venezuela los habitantes de las barriadas populares hacían extensas colas para ponerse en dos kilos de harina y un par de litros de aceite. Ya no resulta sorprendente la imagen de los grupos humanos mostrando sus brazos marcados como animales para garantizar el orden en la fila. Lo más preocupante de la escena es ver hasta cierta alegría, que linda más con la resignación, al mostrar los números marcados en los brazos. El venezolano de hoy ya está concibiendo como normal la humillación aplicada desde el poder.

 

Así, pues, frente a la chequera extendida, los mandatarios del Sur cerraron los ojos y se calaron los desgastados discursos sobre la heroicidad de Chávez y del Che Guevara, en función de seguir llenando las arcas de sus reservas monetarias con dinero venezolano.

 

Con discursos opacos y de muy baja estatura, Maduro intentó borrar la ilegitimidad que pesa sobre sus espaldas y las imágenes del malandraje que ocupa la Asamblea Nacional pateando en el piso a la diputada María Corina Machado.

 

A pesar de la fortuna repartida y mensajes de «amor», no escapó Maduro de las recomendaciones que los veteranos mandatarios, Pepe Mujica y Rousseff, le dieron acerca de cómo manejar el poder. Como a un adolescente regañado, Mujica le dijo que mejor se ocupara de gobernar y de atender los problemas del país. Mientras que a Rousseff le prometió que gobernaría para todos los venezolanos.

 

Pasada la fantasía de una gira que trata inútilmente de levantar la imagen de un país en desgracia, con un mandatario cuestionado, la multitudinaria comitiva regresa a la Venezuela de los 500 homicidios por mes, la de la escasez y la inflación más alta del continente que les ha legado Hugo Chávez.

 

Francisco Olivares

 @folivares10