Si el 2018 ha sido calificado como uno de los años peores de nuestra historia, el 2019 acaba de entrar cargado de incógnitas. El 5 de enero, en cumplimiento del acuerdo suscrito por los partidos de la oposiición, la Asamblea Nacional tendrá nuevos presidente y vice-presidentes. Lo previsto al respecto, no tiene problemas. El 10 de enero, según lo establece el artículo 231 de la Constitución Nacional, comienza el primer año del período 2019-2025 y el que hubiere sido electo como Presidente de la República debe prestar “juramento ante la Asamblea Nacional”. En torno a lo que habrá de pasar en esa fecha, sí hay dos problemas: 1) la oposición cuestiona la elección presidencial del 20 de mayo del año pasado porque fue convocada por quien no le correspondía y porque no participaron los principales partidos no oficialistas por haber sido inhabilitados, en un marco de generalizada represión política; 2) el candidato proclamado como triunfador por el CNE, Nicolás Maduro, ha declarado reiteradamente que no jurará ante la Asamblea Nacional.
En el área económica siguen las interrogantes de lo que pasará. En una entrevista transmitida el 1° de enero del año que comienza, Nicolás Maduro le declaró al periodista Ignacio Ramonet que “en el 2019 va a haber grandes sorpresas en torno a la elevación de la producción y en torno al despegue de la economía venezolana con el control de la inflación y de los elementos que han perturbado la vida de los venezolanos en los últimos años”. ¿Cuáles son esas “sorpresas” que nos esperan? Pareciera que no fueran cosas nuevas, puesto que los más importantes voceros gubernamentales continúan exaltando las bondades de las políticas económicas que se han venido aplicando, y todo indica que seguirán el control de precios y de cambio que arrastramos desde el año 2003, el financiamiento del déficit fiscal con la emisión de dinero inorgánico por el BCV, la hiperinflación que el FMI pronostica en 10.000.000% (diez millones por ciento) para este año 2019, y la producción petrolera cayendo en picada.
En el campo internacional, hay anuncios y expectativas cuya concreción está por definirse. ¿Habrá retiro masivo de los representantes diplomáticos de los países democráticos después del 10 de enero? ¿Habrá más sanciones contra altos jerarcas que ejercen el poder? ¿Se tocará el petróleo? ¿Habrá ahora votos necesarios en el Consejo Permanente y en la Asamblea General de la OEA para aplicar los artículos 20 y 21 de la Carta Democrática Interamericana?
Incógnitas, incógnitas, incógnitas.
Carlos Canache Mata
