Nicolás quiere un golpe
enero 11, 2017 6:19 am

 

Ayer las agencias de noticias vibraban a más no poder con las mentiras del oficialismo y no era para menos. El presidente del abandono decía marcialmente que la oposición (¿cuál sector de ella, estimado señor Maduro?) intenta un golpe de Estado contra él al acusarlo de “abandono del cargo”. Vaya, vaya. Ver para creer, porque hasta ahora la mayoría de las opiniones de los venezolanos estaban más divididas sobre este punto que una asamblea de militantes del PSUV en Catia.

 

 

 

Resulta que no, que la decisión de la Asamblea Nacional sí le quita el sueño al señor Maduro y a su entorno civil y militar, que no es como pensaba la “derecha apátrida” y la “izquierda anarquizada” un simple gesto parecido a espantarse un fastidioso zancudo que no nos deja descansar. Parece que alguien en el alto gobierno se tomó en serio lo del abandono del cargo al punto de tomarse el trabajo de inventar un golpe de Estado, y de preparar el escenario para militarizar totalmente el escaso territorio donde todavía los odiosos civiles, esos casi ciudadanos, podían vivir más o menos libremente.

 

 

 

Desde luego puede ser que Maduro esté en estos días algo caído de la mata, pero quienes le acompañan en esta peligrosa jugada sí saben la monstruosa tormenta que pueden desencadenar si se deciden a seguir adelante con esta mentira del golpe militar, porque a decir verdad aquí nadie de la oposición, tan dividida y entretenida en luchas intestinas, está en capacidad de asumir la tarea en extremo compleja de armar un golpe militar sin estar firmemente unida y consolidada en su propio frente interno, con sus ambiciones personales bien atadas para que no se desboquen.

 

 

 

De manera que el anuncio del señor Maduro y su entorno civil y militar sobre el peligro de un golpe de Estado no es más que la preparación del terreno para acentuar el cuadro represivo que se ha venido armando paso a paso, para crear progresivamente un cerco de miedo y silencio entre la población. No escaparán a este cerco militar y policial los militantes y simpatizantes del PSUV que ven con asco y dolor como los pobres escarban en las bolsas de basura para saciar el hambre.

 

 

 

“Aténganse a las consecuencias del llamado al golpe de Estado que la pandilla aprobó en la Asamblea Nacional”, dijo Maduro y para dar fe de sus propósitos de represión, mostró con no disimulado orgullo a los jefes de sus recién inaugurado “comando antigolpe”, apenas caras gastadas por el abuso del poder y amargadas por saberse figuras de la picaresca oficialista autoproclamada “chavistas radicales”, es decir, especialistas en odios y amenazas.

 

 

 

Más allá de toda esta parafernalia para tratar de intimidar a la oposición y, desde luego, para amenazar a su propia gente cada día más cansada de tantas mentiras y tan escasos resultados en su vida diaria, los venezolanos deberían observar con rabia y tristeza que el tiempo se les está agotando rápidamente a estos cuasi revolucionarios que no revolucionaron nada y que ya no disponen de gasolina suficiente para seguir en el camino. Deben apartarse a tiempo, como bien lo aconsejan los cuadros altos y medios del PSUV, si es que quieren que algo de Chávez sobreviva en la memoria popular.

 

 

 

Editorial de El Nacional