Necesidad y política
febrero 11, 2019 7:46 am

 

 

La operación de ayuda humanitaria que ha puesto en marcha la oposición, bajo la dirección del presidente Guaidó y con la ayuda de otros países, en especial de Colombia y Estados Unidos, ha suscitado críticas. Se trata de un manejo político de situaciones de emergencia, afirman algunas organizaciones especializadas en labores de solidaridad internacional, y, por supuesto, la dictadura.

 

 

La dictadura niega la existencia de una emergencia, claro está, punto de vista que no se atreven a sostener las otras, pero no deja de estar presente la idea de una manipulación política para provocar el derrocamiento de Maduro. Ciertamente la intención es la de deshacerse del usurpador, no faltaba más, pero partiendo de una movilización internacional sobre cuyo fundamento conviene detenerse.

 

 

El fundamento es la hambruna generalizada, la carencia de alimentos en estratos mayoritarios de la población, especialmente en los más humildes El fundamento se encuentra en los hospitales convertidos en ruinas, en la inexistencia de equipos médicos y en las estanterías vacías de las farmacias. Se trata de situaciones que vienen atormentando a la población en los últimos años y que ahora, debido a su crecimiento en todos los lugares del mapa, han generado múltiples protestas en el país y la preocupación de otras latitudes.

 

 

Si hay manipulación, no parte de la invención de una realidad sino simplemente de ventilarla para que todos queden informados de su oscura presencia.  Si hay una distorsión de los procedimientos de auxilio, nadie puede dudar de la seriedad de su origen, de la voluminosa razón que ha puesto en marcha los resortes de la solidaridad internacional. Se busca luz porque hay oscuridad, se pide auxilio porque los poderosos de la casa no han escuchado el grito, se clama por ayuda porque el régimen obligado a ocuparse de ella la ha negado. ¿No es lo fundamental, mientras las otras observaciones se vuelven accesorias, triviales y rebuscadas?

 

 

El argumento más sostenido del usurpador contra la ayuda humanitaria pretende convencernos de que la operación nos hace daño como sociedad porque nos convierte en limosneros, en objetos de la caridad pública, en un país haraposo que debe acudir a bolsillos ajenos y pródigos para poder sobrevivir. Tiene razón el usurpador, pero olvida las razones de esa mutación que nos pone a encabezar el desfile mundial de mendigos: él es la razón.  La corrupción que ha encabezado y fomentado se burló de los problemas de alimentación y de salud que se han vuelto reclamo universal. A mayor número de ladrones, menor posibilidad de alimentos para los venezolanos. A mayores ganancias de los bolichicos, menos dinero para medicamentos y para artefactos de medicina. A mayor ineptitud de la burocracia del ramo, peores alternativas de subsistencia para el pueblo.

 

 

De todo lo cual se deduce que, en efecto, tras la operación de ayuda humanitaria que actualmente se ha puesto en marcha hay una motivación política. Pero, ¡qué tipo de motivación!: pocas veces se ha visto una tan sólida y tan justa.

 

 

Editorial de El Nacional