Luto y contagios rojos rojitos

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Luto y contagios rojos rojitos


 
El régimen expresó su pesar por la muerte del líder del PSUV Darío Vivas. Decretaron luto nacional como si hubiera muerto un héroe de la patria. Lo cierto es que desde que el 9 de julio el número dos anunció por Twitter que se había contagiado de covid-19, casi todas las semanas se conocen nuevos infectados en la cúpula roja.

 

 

La tristeza que les embarga por el fallecimiento de tan connotado líder no se compagina con la que deberían sentir por cada uno de los venezolanos que han perdido la vida durante esta epidemia. Nunca admitirán que son responsables, como nunca han admitido que son los culpables de cada niño, cada mujer, cada hombre que muere de mengua en este país desde hace más de 20 años.

 

 

Son los responsables del total colapso del sistema de salud, desde que Chávez le dio entrada a los paramédicos cubanos y comenzó a execrar a los médicos venezolanos. Son los responsables del despelote de una cuarentena que desde el principio ha servido para tapar su ineficiencia y no para cuidar la salud de los venezolanos.

 

 

Desde hace semanas se les ha ido de las manos el control. No se sabe si gobiernan, porque nadie les hace caso. Lo del 7 x 7 no lo entiende ni Dios y la gente ya sale a la calle desesperada porque tanta inactividad desde marzo los ha dejado con el hambre a flor de piel.

 

 

Está de más decir que los números no son los reales. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos contagiados y cuántos fallecidos hay. Lo que debe suponer la ciudadanía es que ellos se reúnen a tomar bebidas añejas en Miraflores y que se creen invencibles porque se contagian entre ellos.

 

 

No se puede explicar de otra manera, porque a los miembros de la cúpula del régimen no les falta ni agua para lavarse las manos. Tampoco tienen que improvisar mascarillas ni tienen que salir a buscar un pedazo de pan para sus hijos. Y, sin embargo, se enferman.

 

 

¿Quieren hacerle creer a los ciudadanos que ellos son vulnerables, humanos, cercanos a la gente? Pues que se vayan buscando otra manera porque no hay quien se coma el cuento. Se creen tan sobrados que decretan el luto por el dirigente, pero ni siquiera mencionan a los médicos y enfermeras que han muerto cumpliendo su labor.

 

 

Ni interesados en el prójimo, ni humanos ni empáticos, sino todo lo contrario. Los venezolanos les creerán algo cuando todos, desde el jefe para abajo, reconozcan que desde hace muchos años no son capaces de garantizarle la vida a nadie. Y que se cuiden, porque el covid-19 no distingue.

 

Editorial de El Nacional

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