Los venezolanos, rodeados por Padrino López
febrero 13, 2017 4:16 am

 

 

En los últimos tres meses se han producido una serie de anuncios, de gravedad extrema, que apenas han sido comprendidos por la mayoría del país. El que no hayan disparado las alarmas que merecen no supone que las antenas políticas de los ciudadanos no se mantengan en estado de alerta. Lo que ocurre es que la lucha por la supervivencia tiene la facultad de tragarse las energías disponibles. Y mientras las familias luchan por adquirir alimentos en un cada vez más extendido mercado ilegal e inflacionario, el régimen reorganiza y da nueva forma a una estructura para prolongarse en el poder de forma indefinida.

 

 

 

¿Qué explica el descaro con que una serie de operaciones en marcha, todas inconstitucionales, se realicen sin consecuencia alguna, es decir, en estado de total impunidad? ¿Cómo es posible que se persiga a los dirigentes opositores por delitos que no han cometido? ¿Que se pretenda enjuiciar a unos diputados por denunciar más allá de las fronteras lo que ocurre en Venezuela? ¿Cómo es posible que se rescindan pasaportes vigentes por órdenes de Maduro y Cabello? ¿Cómo es que avanzan procesos para ilegalizar la Asamblea Nacional y los partidos políticos, es decir, la política misma, sin que haya forma alguna de ponerle límites o controles a tan sistemáticos programas de abusos?

 

 

 

La respuesta, acaso la más significativa, reside en esto: Venezuela es un país sin contrapesos. Lo que sabemos: el régimen controla todos los poderes. Los pone en movimiento sin ocultarlo. Lo hace con prepotencia y desenfado bajo la protección de Padrino López. Crea los CLAP, ahora mismo el más extendido y siniestro tejido de corrupción que haya en el país, para poner en marcha una operación cliente-electoral que intentará imponer lealtades políticas a través del carnet de la patria, que no es otra cosa que el padrón con el que se proponen obligar a los ciudadanos a incorporarse al proselitismo rojo.

 

 

 

Reajusta y extiende el plan Patria Segura, bajo el pensamiento de los cuadrantes de paz, con la débil excusa de que se proponen combatir la delincuencia, cuando lo que oculta en realidad es un proyecto totalitario de dominación territorial, por medio del cual la Policía Nacional Bolivariana, las milicias, los colectivos, la Guardia Nacional Bolivariana, la Guardia del Pueblo, las UBCH, el PSUV, los funcionarios de las misiones y otros factores que pudieran añadirse a esta lista, en particular los sapos cooperantes establecidos en el llamado SP3, se dedicarán a vigilar, espiar, seguir, amedrentar, asediar y reprimir toda actividad de protesta o denuncia del régimen.

 

 

 

Dota a la FANB de recursos económicos desproporcionados –desproporcionados para un país donde hay cada día más sectores de la población en estado de hambruna–, para compra de armas, equipos y recursos diversos; le agrega cada vez mayores atribuciones; la insta a crear fuerzas especiales de acción rápida; le autoriza a actuar como un militante político-partidista del régimen; le permite anunciarse –violando la Constitución– como chavista o revolucionaria y, todavía más, zamorana, es decir, seguidora de un especialista en asaltos de diversa índole, enemigo declarado de productores y propietarios, un bandolero que se sentía con el derecho de robar a mano suelta.

 

 

 

Se preguntará el lector, ¿qué relación tiene Padrino López con todo esto? Esta: no sólo es el responsable mayor de la FANB, sino que tiene potestades sobre el Plan Patria Segura, sobre los CLAP, sobre la Gran Misión Abastecimiento Soberano, sobre el Sebin, la Dirección de Contrainteligencia Militar, las empresas militares y sus contratos, y quién sabe cuántas cosas más que ni siquiera sabemos. Con el argumento falaz de que la FANB es igual al pueblo, se la utiliza en contra del pueblo real. Padrino López no es un vocero del pueblo, sino de la nueva oligarquía que pretende continuar esquilmando las arcas de la nación.

 

 

 

Los venezolanos estamos cada día más rodeados y perseguidos. El TSJ, el CNE y el resto de los poderes públicos son las últimas fuerzas civiles que ahora mismo someten a la inmensa mayoría de la sociedad venezolana. Pero este acoso legal-civil es apenas una parte: el resto, armada y dotada de dinero, de atribuciones, impunidad y una ideología de desalmados, es todo el arsenal que Padrino López maneja en contra de millones venezolanos, como siempre repito en estos artículos, una mayoría de alrededor de 90%. El país debe poner sus ojos en esto: Padrino López se ha pronunciado en contra de la realización de procesos electorales. ¿Los impedirá? ¿Qué legitimidad tiene para dirigir un posible Plan República un hombre que sostiene que las elecciones tienen un carácter desestabilizador? ¿Quién controla a Padrino López? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar en su objetivo de perpetuar en el poder a un régimen que cuenta con el rechazo casi unánime de la sociedad?

 

 

 

Una nota adicional: ojalá los ciudadanos podamos ahorrarnos al señor Padrino López interpretando uno de los papeles que más disfruta: el de víctima de una campaña contra “el pueblo en armas” que es la FANB. No señor: mis denuncias no alcanzan al conjunto de la FANB, institución en la que, me consta, hay venezolanos de bien, asqueados de la corrupción y que se oponen a la politiquería, al sometimiento del cuerpo militar al régimen destructor. Nos equivocaríamos de palmo a palmo si creyésemos en que las FANB son monolíticas. Por fortuna, son decenas de miles los que piensan distinto a Padrino López y su pequeño séquito de adulantes.

 

 

 

Miguel Henrique Otero

@miguelhotero