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Los nuevos aprietos de Cuba

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Los nuevos aprietos de Cuba

 

 

Tal vez no sea adecuado hablar de los nuevos aprietos de Cuba, porque desde la llegada de la dinastía Castro las pasan negras en la isla sin solución de continuidad. En realidad, se trata de un calvario antiguo que jamás ha tenido la alegría de una pascua. Sin embargo, unas recientes declaraciones de Raúl Castro, hombre fuerte y voz irrefutable, sugieren, como si se tratara de una novedad, la cercanía de tiempos difíciles para la población. Vale la pena comentarlas, debido a su relación inmediata con la crisis venezolana.

 

 

 

En efecto, el segundo de los Castro y el primero de la sufrida isla acaba de anunciar la proximidad de estrecheces materiales que, si no son como las del llamado “periodo especial”, se les parecen bastante. Para explicarlas acude al manido argumento de la “guerra económica”, es decir, repite la absurda historia de que las penurias domésticas no se deben al pésimo gobierno de los comunistas, sino solo a los designios arteros del imperialismo yanqui. El relato debe parecernos familiar, porque es el mismo que repite el usurpador para distanciarse de las culpas de la devastación venezolana, pero en realidad obedecen a la dependencia que ha tenido el castrismo de las fuerzas foráneas que resolvieron convertirse en su muleta.

 

 

Primero la Unión Soviética, que le puso el hombro a la dictadura cubana hasta que no tuvo más remedio que replegarse a sus fronteras movida por las debilidades extraordinarias de su economía y por el desmoronamiento de sus pilares doctrinarios. Sin el salvavidas de Moscú, Fidel Castro anunció el férreo cinturón del “período especial” caracterizado por severos racionamientos de provisiones y aumento de la represión. Pero, como poner en evidencia la orfandad no era otra cosa que la demostración palmaria del fracaso de la revolución, miró hacia Washington para achacarle la culpa a sus políticas despiadadas. Moscú hizo mutis por el foro, mientras desde La Habana se aseguraba que todas las culpas del esperado desastre eran la consecuencia de una malhadada Ley Helms-Burton.

 

 

¿Cuál es la segunda muleta que, si no le falta del todo a Cuba, cada vez carece de posibilidades de auxiliarla, de proveerla de oxígeno para que no decaiga del todo? Venezuela, evidentemente. No en el papel imperial ejercido por la URSS, debido a que eso es mucho camisón para los chavistas, sino como puntual colono que cancela los servicios del foráneo patrón, pero también como lazarillo de ciegos caminantes. La debacle de Pdvsa no permite el auxilio del mandamás ideológico que ejerce su poder desde la Antilla mayor. Ciertamente también influyen en la sequedad de la ubre las restricciones impuestas por el gobierno de Trump contra el comercio manejado por los usurpadores desde aquí, pero es la quiebra provocada por la desacertada e incongruente usurpación de Nicolás Maduro el motivo que provoca las lamentaciones y los sombríos anuncios de Raúl Castro.

 

 

Los problemas económicos de Cuba deben relacionarse con la hecatombe del usurpador venezolano, con la posibilidad cada vez más anhelada y cercana de que Nicolás Maduro y sus secuaces desaparezcan del panorama venezolano. Si la caída de los de aquí significa la debilidad de los comunistas de allá, y ojalá la posibilidad de que pasen a mejor vida, se pueden matar dos pájaros de un tiro.

 

 

Editorial de El Nacional

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