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Liverpool eliminó al Barcelona de Messi con una paliza y se metió en la final de la Champions

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Liverpool eliminó al Barcelona de Messi con una paliza y se metió en la final de la Champions

Los ingleses revirtieron la desventaja de tres goles de la ida y golearon 4-0 a los de Valverde, que no pudieron contra sus viejos fantasmas.

 

 

La desazón de Lionel Messi en el cuarto gol de Liverpool. REUTERS

 

 

Para cosas como la que sucedieron en Liverpool está el fútbol. Para desterrar a los sabelotodo. Para tirar al tacho de basura los libretos y hacer de este deporte el más mágico de todos. Sí, lo imposible fue posible. Los que festejan con los hinchas en el emocionante ritual del You’ll Never Walk Alone  son los jugadores ingleses. Porque por un día los 4 de Liverpool no son los Beatles, son los dobletes de Divock Origi y de Georginio Wijnaldum. Y el maestro de ceremonia es Jürgen Klopp que ríe en el entretiempo cuando la serie todavía luce muy cuesta arriba. Y explota en el final cuando el 4-0 se escribe en la historia.

 

 

Para el Barcelona de Lionel Messi es la repetición de una película de terror. Lo mismo que sufrieron hace un año en Roma lo sufren en carne propia ahora en Inglaterra. La cara del crack argentino se parece a esas que se repitieron en instancias finales con la Selección. No tuvo reacción. Ni él ni el equipo.

 

 

Lo pasaron por arriba al Barsa. El festejo de unos es tan grande como la desazón de los otros. Queda claro una vez más: en el fútbol no hay que dar nada por hecho ni a nadie por perdido. Liverpool, un gigante que sabe de hazañas, escribió otra de esas páginas que distinguen a este deporte como a ninguno.

 

 

Hasta que empezó a rodar la pelota, la esperanza de una remontada histórica de Liverpool tenía pocos argumentos de los que sostenerse. Es que más allá de su buen rendimiento en el Camp Nou, el 0-3 del juego de ida dejaba a los ingleses contra las cuerdas. Y para colmo debía intentar la heroica sin sus dos principales delanteros, el brasileño Roberto Firmino y el egipcio Mohamed Salah. Entre los dos gritaron 8 goles en la Champions. Sí, goles, justo lo que necesitaba el Liverpool.

 

 

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Al contexto desfavorable había que sumarle a un Messi en estado de gracia, goleador de la actual edición con 12 tantos, dos de ellos en la primera semifinal, en la que el conjunto inglés logró controlarlo al menos durante 70 minutos, aunque la goleada final pareció desmentirlo.

 

 

Al Barcelona, en tanto, podían sobrevolarle los fantasmas de la Champions pasada, cuando la Roma lo eliminó con un sorprendente 3 a 0 en Italia que desactivó el 4 a 1 de los catalanes en la ida.

 

 

A la hora de la verdad el Liverpool hizo lo esperable. Y Barcelona supo soportar el sofocón. Fueron 15 minutos de furia de los de Jürgen Klopp, que salieron a arrinconar a los españoles y forzaron errores en su habitual salida desde el fondo. Fue así que a los 6 minutos Jordi Alba falló en un pase de los que nunca falla y Henderson lanzado en ataque interceptó el toque y se filtró al área. El capitán definió al palo derecho, Ter Stegen alcanzó a sacarla pero llegó Divock Origi y la empujó al gol.

 

 

Y fue la descarga, Fue el puño apretado para confiar en lo que parecía una utopía. El equipo de Valverde estaba en desventaja por primera vez en toda la Champions.

 

 

Desde ese gol de Origi se armó un partidazo. Porque Barcelona no sabe hacer otra cosa que manejar la pelota y atacar. Y lo hizo. Y llegó a fondo. Tres chances de gol tuvo Messi, pero en la primera demoró tras un pase incómodo de Jordi Alba que debió patear al arco; y en las otras dos la pelota se fue besando el poste derecho de Alisson.

 

 

También sacó su libreto de asistidor el argentino. Invitó al gol a Jordi Alba y Suárez en el primer tiempo y nuevamente al uruguayo en el inicio del complemento, pero siempre aparecieron las manos del arquero brasileño para bajar la persiana.

 

Como era esperable, Liverpool no pudo sostener el ritmo vertiginoso de los primeros minutos. Y el asedio se convirtió en un golpe por golpe. Ter Stegen y Piqué construían una muralla en el área visitante mientras que la sobriedad de Virgil van Dijk y la mala puntería de los jugadores del Barcelona en el arco de enfrente dejaban todavía la serie abierta.

 

 

Para el segundo tiempo, Klopp mandó a la cancha a Georginio Wijnaldum, un holandés de 28 años que juega de mediocampista de contención pero que fue el mejor 9 para los ingleses.

 

 

Y en dos minutos se armó el torbellino, explotó la bomba. Un remate potente a la carrera y un cabezazo sobrio. Dos cachetazos para la Barcelona que lo hacían vivir en el pasado de la noche de pesadillas en Roma del año pasado.

 

 

Y si de pesadillas se trata, los del Liverpool están cada vez más despiertos mientras los españoles lucían aturdidos como nunca.

 

 

El cuarto gol, el que le dio una pátina de gloria a una goleada para el recuerdo, fue el mejor ejemplo:  Trent Alexander-Arnold convirtió un córner en un pase de gol sensacional, cargado de engaño, de potrero. Aprovechando al máximo la siesta de los defensores del Barsa. Origi coronó en el área un gol que se repetirá hasta el hartazgo.

 

 

Para la historia del Liverpool. Para la historia del fútbol. ​

 

Clarin.com

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