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Lilian, la peligrosa

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Lilian, la peligrosa

Poco ha tardado el recién estrenado comando antigolpe en comenzar su verdadera misión de reprimir y encarcelar a los venezolanos que no están de acuerdo con las pretensiones del señor Maduro de mantenerse por siempre en el poder. Lo extraño es que el susodicho comando antigolpe haya entrado en acción con la misma prudencia de un elefante en una cristalería, llevándose todo por delante en una primera embestida ruidosa y torpe a más no poder.

 

 

 

 

Pareciera que tienen mucha prisa, que alguna razón desconocida y peligrosa les obliga a redoblar el paso. Extraño, verdaderamente extraño, porque si bien este domingo el señor Maduro va a presentar su desmemoria y cuenta-atrás ante el honorable Tribunal Supremo de la República, no debería existir preocupación alguna en las alturas del poder y menos aún con ese comando antigolpe tan atlético y experimentado en preparar argucias que desconciertan hasta a Donald Trump.

 

 

 

De allí que llama la atención el hecho de que, a pesar de la experiencia y de los kilómetros de carretera, los integrantes del Comando Antigolpe den inicio a la fiesta con una mamarrachada, como lo es acusar a Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, de preparar un “intento” de golpe de Estado contra el presidente Nicolás Maduro. Un poco disparatada la acusación contra la señora Tintori que, como es de notorio conocimiento, está dedicada a luchar por la libertad de su esposo encarcelado en una prisión militar.

 

 

 

Lilian Tintori desarrolla su campaña por la libertad de su marido con gran fervor y todo el mundo sabe donde se encuentra, que está haciendo, en que radio o planta televisiva está declarando, en que lugar encabeza una marcha o una protesta pacífica y, por si fuera poco, hasta el país sabe de que color es su ropa interior gracias a que algunos altos oficiales se dedican, con increíble sadismo, a faltarle el respeto debido a una mujer que no hace otra cosa que luchar por la excarcelación de su esposo. Y ahora, para más, se le acusa de ser golpista, pero sin armas y sin muertos, como los que sí en verdad ocurrieron el 4 de febrero.

 

 

 

Que el oficialismo se empeñe en inventar un golpe no es, precisamente, algo que sorprenda a nadie. Tienen experiencia en ello y llevan años anunciando magnicidios, ataques de paramilitares, traiciones palaciegas, huidas de traidores que no lo son, sino gente asqueada de los negocios sucios que se hacen en la oscuridad y el anonimato de la trastienda de Miraflores.

 

 

 

Ayer, por ejemplo, las agencias de noticias recogieron y difundieron, como es permitido en una democracia, las declaraciones del ministro de Interior, Justicia y Paz, mayor general Néstor Reverol, en las que “difundió un diálogo telefónico entre dos personas a quienes identificó como Tintori y el diputado Gilber Caro”.

 

 

 

Ahora bien, por qué se graba una conversación entre dos ciudadanos y luego, sin mostrar pruebas rotundas, se acusa a dos civiles de conspiración. ¿El mayor general Reverol es fiscal de la república? ¿Por qué actúa como tal? ¿Quién le ha autorizado a revelar parte del sumario? ¿Eso no constituye un delito? ¡Ay, general, respete a la fiscalía? No le conviene.

 

 

Editorial de El Nacional

 

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