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Las quejas por Cantv unen a la gente

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Las quejas por Cantv unen a la gente

La opinión es unánime. No hay manera de que algún venezolano pueda decir algo bueno de la empresa estatal de comunicaciones. Ni siquiera con la eventualidad no anunciada de que tumban el servicio para “aumentar el ancho de banda” de la conexión de Internet a través del servicio ABA.

 

 

Hoy por hoy, Venezuela no es solamente el país con la conexión más lenta de Latinoamérica, sino que se puede decir que su penetración en prácticamente nula. Así que esas recomendaciones que hacía el jefe del régimen durante los meses de cuarentena de conectarse con servicios como Netflix solo quedan para sus amigos enchufados, que pueden pagar un servicio satelital o de fibra óptica que cuesta cientos de dólares mensuales.

 

 

La mayoría de los venezolanos no sabe lo que es una conexión real a Internet, a menos que haya tenido la dicha de probarla en otros países. Durante casi todo el año de cuarentena muchos se han quedado sin trabajo por la sencilla razón de que hacerlo desde casa es una tarea titánica. Ni hablar de las clases virtuales. Se cansaron de mentirle a los padres y a los maestros con que esta era la solución, sabiendo el régimen que ni siquiera son capaces de garantizar las comunicaciones.

 

 

Hay cientos de abuelitos que viven solos y ni siquiera tienen línea telefónica fija, aunque la pagan. Hay pueblos y ciudades completamente desconectados del resto del país. Si no fuera por la conectividad que malamente ofrecen las empresas de telefonía celular, los ciudadanos realmente vivirían en el siglo XIX.

 

 

Pero ¿qué hace el régimen? Pues les echa la culpa a las sanciones, como si las medidas que han tomado los países democráticos en contra de la cúpula rojita corrupta les impidiera comprar los materiales necesarios para arreglar una empresa que ellos mismos hicieron quebrar.

 

 

Ni siquiera son capaces de evitar que se roben los cables o de reparar los que se rompen por una simple lluviecita. La ineptitud de los rojitos cuando deciden por la fuerza tomar las riendas de algo es tan evidente que ya nadie guarda alguna esperanza de una pronta solución.

 

 

Mientras tanto, son muchos los venezolanos que siguen pagando mensualmente un servicio con el que no cuentan. Igual que sucede con el agua, la electricidad y todo lo que supuestamente debe proveer el Estado para el bienestar de la gente. Por lo menos esas eran las mentiras que decía el comandante muerto para justificar ponerles la mano. Y como todo lo que agarraron, lo echaron a perder.

 

 

Editorial de El Nacional

 

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