Los rusos rechazan la decisión de Putin de movilizar a 300.000 reservistas para continuar su guerra contra Ucrania
A estas alturas el mandamás de Rusia, Vladimir Putin, debiera haberse dado cuenta de que con su discurso del miércoles lo que hizo fue empantanarse más, y además, que su propio pueblo le manda un seguro e indiscutible mensaje de que no lo apoya en la loca aventura de aniquilar Ucrania.
Miles de rusos comenzaron a huir de su país, los hombres en edad productiva, fuertes. No les ha importado nada dejar casa y familias, se han ido por vía terrestre o han comprado boletos de avión extraordinariamente costosos a cualquier parte del mundo, todo por no quedarse a esperar que el ejército los vaya a buscar a su casa para mandarlos a una guerra con la que no están de acuerdo.
Los que decidieron quedarse se lanzaron a las calles a gritarle a Putin que no van a ofrecer su vida por un antojo suyo. Los rusos lo tienen claro, incorporar al menos (y por ahora como diría su amigo Hugo Chávez) 300.000 hombres a las filas de la guerra significaría enviarlos al matadero, porque son simplemente reservistas que no han recibido entrenamiento militar alguno; por el contrario, si pretende hacer las cosas como se debe (algo bastante improbable) tendría que invertir por lo menos 6 meses, dicen los expertos, para ponerlos en condiciones de pelear en el frente, pero tiempo es un lujo que no tiene el hombre fuerte del Kremlim.
¿Habrá tomado en cuenta Putin cuando le pide a la industria armamentista de su país que produzca rápidamente lo que necesita para la guerra que las sanciones aplicadas por su tozudez de invadir Ucrania hacen casi imposible que esto ocurra? No en vano Estados Unidos y los países de Europa han cercado económicamente a Rusia hasta el punto de que le sea casi imposible mover un rublo para armar a las tropas.
Hay que tomar en cuenta que Ucrania está cada vez mejor preparada con la ayuda de los países de la OTAN y Estados Unidos. Es obvio que Volodimir Zelenski pasó a la ofensiva y está recuperando terreno con un ejército motivado y bien equipado para ganar. Es por eso que Putin saca la carta de la amenaza nuclear, esa que tanto le gusta porque pareciera muy dado a infundir el terror en la gente.
Ya son siete meses de este enfrentamiento desquiciado y sin motivo que comenzó Putin solo por el antojo de revivir la “grandeza” de la Unión Soviética. Lo peor ha sido la destrucción que ha causado y más aún la pérdida de vidas.
Para el mundo entero es urgente que este conflicto tenga fin en poco tiempo. Pero pareciera que es pedir un milagro, pues con el paso del tiempo el exagente del KGB se hunde más en el deseo estéril de controlar a Ucrania. Todos estos meses no han sido suficientes para hacerle entender que los ucranianos están dispuestos a todo por su país, que aman la libertad y que, además, no están solos.
Editorial de El Nacional












