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Las colas distancian aún más a Venezuela del Trabajo Decente

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Las colas distancian aún más a Venezuela del Trabajo Decente

Las colas en Venezuela han reducido los beneficios de la reducción de la jornada laboral en la Ley Orgánica del Trabajo, Trabajadores y Trabajadoras (Lottt), de 44 horas a 40 horas semanales.

 

El espíritu de la legislación, cuya motivación principal no es otra que la de proporcionar un mayor esparcimiento del trabajador con su familia y educación, es truncado por la extensa e intensa búsqueda de alimentos de primera necesidad.

 

La escasez no sólo ha restado tiempo al esparcimiento. Juega en contra de la productividad y obliga a trabajadores independientes a destinar menos horas al trabajo, no para el descanso, sino para salir en busca de alimentos.

 
67% de los países desarrollados y de la Unión Europea (UE) ha estipulado un límite obligatorio de 40 horas de trabajosemanales, mientras que tan solo 9% de los países en América Latina tiene la misma limitación.48,4% de los hogares en Venezuela sonpobres, según el último estudio de la Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar.

 

De los 3,53 millones de hogares que para el 2014 estaban en condición de pobreza por ingresos, 33% corresponden a “nuevos pobres”, concluye el último estudio de la UCV, UCAB y la Universidad Simón Bolívar que esta semana presentó el profesor e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, Luis Pedro España.

 
La mayoría trata de evitar las colas, pero las situaciones familiares, como las de Tony Belandia, quien el pasado viernes esperaba en las puertas del Santo Tomé por la venta de detergente en polvo, no dejan otra opción. “Tengo tres niños, ¿cómo hago? Entonces tengo que salir por los pañales, la leche, lo que se encuentre”.

 

A Belandia no le queda más remedio que cerrar su taller de latonería y pintura en el centro de Puerto Ordaz. A las 11:00 de la mañana ya tenía casi dos horas en la fila para la venta de dos bolsas de detergente por persona.

 

Los trabajadores informales, un 40% de la población ocupada sin estabilidad laboral y fuera de la legislación de acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), conforman uno de los sectores más afectados por la escasez.

 

Lucas Tovar, dedicado a la venta de queso, por ejemplo, ha tenido que reducir su jornada de trabajo para poder adquirir los productos básicos. “Uno llega a las 8:00 de la mañana, pero no sabe cuándo se va”.

 

Los testimonios forman parte de la retahíla de historias que se esconden detrás de las largas filas para adquirir alimentos, y del camino regresivo para lograr la dignificación laboral.

 

Menos decente
Empero, las vicisitudes de la escasez en Venezuela es sólo un elemento más que se suma a los factores que obstaculizan lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha llamado Trabajo Decente, es decir, un empleo digno, productivo, con extensión de la protección social para el disfrute en familia y participación en el diálogo social.

 

Ya en ese sentido, Venezuela estaba rezagada pese a que forma parte del 9 por ciento de países que en América Latina han avanzado una reducción de la jornada laboral.

 

La improvisación de la discusión, y la falta de consenso, sumado a “la declinante capacidad productiva, con la dependencia creciente de importaciones, con las dificultades para obtener bienes esenciales para el consumo, con las limitadas opciones para el desarrollo físico, espiritual y cultural de los trabajadores” ya dibujaban un escenario difícil en 2013, cuando el coordinador de postgrado en Ciencias Sociales de la Universidad de Carabobo, Héctor Lucena, planteaba “¿Qué nos trae la reducción de la jornada laboral?” como una interrogante abierta.

 

El profesor de Derecho Laboral de la Universidad Central de Venezuela, Froilán Barrios, ha respondido parte de esa inquietud al señalar que, casi tres años después de la reforma laboral, “el Gobierno ha matado el trabajo digno, lo ha sustituido por el trabajo precario, irregular, de bajos salarios, inestable, y eso es lo que estamos viviendo en Venezuela”.

 

Algunos indicadores, como la caída por tres trimestres consecutivos del Producto Interno Bruto en 2014, podrían estar vinculados a las consecuencias de la reducción de la jornada.

 

 

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