Cualquiera en su sano juicio en vez de perseguirlas les agradecería, les abriría las puertas, les facilitaría el trabajo. Después de todo, las organizaciones no gubernamentales se han ocupado por años en este país de llenar los vacíos que ha dejado el régimen en materia de asistencia a los más necesitados.
Pero no. Y no se trata precisamente de que sufran alguna enfermedad mental, que no vengan a decir que perdieron la razón para excusarse en el futuro de todas sus marramucias. El régimen es simplemente maligno, y la mejor prueba es esta, que se dedican a perseguir al que les hace el trabajo.
¿O no es verdad que entre las funciones de un gobierno está ofrecer la debida atención a los enfermos, a la infancia vulnerable, a las mujeres, a los ancianos, a los que viven con VIH, a los pacientes oncológicos, a los presos? Garantizar la vida, la salud, la educación, la alimentación son funciones del Estado. El asunto en Venezuela es que este régimen que es Estado y que dice ser gobierno tiene otras prioridades muy distintas.
Pero en vez de dejar hacer a los que quieren ayudar, los persiguen, los encarcelan y se atreven a presentarlos ante tribunales militares, como los injustamente detenidos de Azul Positivo.
Les tienen miedo, porque así como van ayudando a los más necesitados, las ONG recopilan datos, levantan estadísticas, publican investigaciones, hablan con los afectados, no les tienen miedo al cerro, al rancho, al hambre o a la inseguridad. Son cientos de voluntarios valientes que se lanzan a las calles de pueblos y ciudades para socorrer y para escuchar.
Pasa con Provea, con Caritas, con Fe y Alegría, pero también con otras fundaciones y ONG más pequeñas. ¿Que reciben insumos y fondos de otras organizaciones de otros países? ¡Por supuesto! Si no, ¿cómo funcionarían? De los rojitos no reciben sino plomo, amenazas, persecución y golpes. Y ellos están claros en que su objetivo es ayudar y para eso necesitan los recursos que el régimen se roba, pero que otros están dispuestos a ofrecer. Su principal misión es el rescate del venezolano que sufre.
Por eso les tienen tanta tirria. Las ONG llevan años asistiendo a los ciudadanos y, así como los medios de comunicación independientes, señalando y alertando sobre la realidad que se vive en el país. Nada de lo que dicen le gusta al régimen porque los retrata en su inmensa ineptitud y maldad.
Los venezolanos deben defender a los voluntarios de las organizaciones que se juegan la vida para ayudar. Sin ellas la catástrofe sería mucho peor. No dejemos que el régimen las destruya.
Editorial de El Nacional
