La pausa zen es una postura del Kamasutra que tiene la maravillosa virtud de proporcionar un placer más prolongado durante la penetración y de lograr un orgasmo de mayor fuerza. Practicarla es sencillo, pero ha de realizarse en el momento adecuado, algo que también te será fácil de identificar.

Enloquecer de placer gracias al sexo tántrico requiere de una conexión física y espiritual que, lógicamente, no sólo pide voluntad por parte de los amantes, sino también una serie de posturas o prácticas que faciliten ese acercamiento casi sideral. En este caso, pues la postura es parte de este arte, el objetivo o resultado no es otro que una explosión de placer a consecuencia de una relajación que va haciendo crecer la excitación sin cesar.

La postura tiene la función de darnos un respiro en medio de una tormenta de pasión. Habréis de practicarla, por lo tanto, cuando notéis que el orgasmo está a punto de llegar. Simplemente, hay que ponerse de lado, cara a cara, intentando que los cuerpos no se despeguen.

Abrazos eróticos

La falta de movimiento o, mejor, de un movimiento acusado, retrasa el orgasmo, pero a su vez abre un nuevo camino para conseguirlo gracias a abrazos, miradas, susurros, besos y todo tipo de caricias que nos acerquen emocionalmente a nuestra pareja.

Si temes que la postura os corte el rollo y todo acabe malográndose, no te falta razón. Tus miedos no son infundados, pues ese es uno de los peligros de esta postura. Sin embargo, precisamente en evitarlo está el reto, y la recompensa sin duda vale la pena.

Un truco para mantener el nivel de excitación consiste en mantener un ritmo pélvico que, sin ser fuerte, no se detenga. La suavidad de ese vaivén sumado a una inspiración profunda de los dos y a las caricias logrará que todo salga según lo esperado. Es decir, de la forma más inesperada y maravillosa.

Fuente: Sexólogos.net