La Carlota y los niños muertos

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La Carlota y los niños muertos

Mientras sobre Caracas cruzan raudos los aviones del oficialismo que regresan a La Carlota con su carga de burócratas civiles y militares luego de gozar las navidades en el exterior, en nuestros hospitales se suma, entre furias y llantos, una cifra cruel de niños y madres fallecidas cuyo destino hubiese podido evitarse si los militantes del PSUV hicieran de su amor por Chávez una cruzada por la verdad, por la honestidad y por la vida.

 

 

 

Al contrario, les parece una maravilla que sus jefes civiles y militares hayan convertido La Carlota –ese proyecto de gran parque para Caracas que habían promocionado como el triunfo de la revolución bolivariana contra los “urbanizadores y constructores” que habían destruido la bucólica Caracas– en su aeropuerto privado.

 

 

 

Lo cierto es que jamás quisieron un parque porque los militares no se sintieron obligados a entregar lo que era de ellos y porque constituye una salida de emergencia, como bien lo demostró el general Pérez Jiménez en enero de 1958.

 

 

 

Crear un parque para niños, adultos y ancianos en medio de la ciudad capital les olía mal. ¿Un lugar para que la ciudad se sintiera mejor, que se limpiara con naturalidad el aire citadino, que se evitaran accidentes aéreos y que la contaminación acústica cesara para todos los vecinos? No, para nada, no era algo muy marcial, ni coronel ni general. Se inventó que Caracas necesitaba un aeropuerto para momentos de catástrofes y emergencias, una justificación que no tiene ni historia ni razón.

 

 

 

Veamos, por ejemplo, como La Carlota sólo ha sido usada por Pérez Jiménez en 1958 para escapar, y tiempo después cuando se produjo el Caracazo, en vista de que la situación estaba fuera de control para los cuerpos policiales, se utilizaron luces de emergencia para traer soldados de los cuarteles del interior del país. Y ya sabemos lo que pasó.

 

 

 

Hoy la Fuerza Armada no quiere entender que su papel no consiste en sostener un régimen repudiado y corrupto, que se alza contra la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es decir, contra el propio Chávez que hoy dicen adorar y seguir como su profeta. Pero no estamos para profetas sino para hombres y mujeres que amen a su país, lo defiendan y lo saquen de la cloaca socialista en la que está hundido.

 

 

 

En una información publicada por este diario, la joven periodista Isayen Herrera revela que “la mortalidad materna ascendió a 130 madres fallecidas por cada 100.000 nacidos vivos, lo que equivale a 64 muertes mensuales, y a 750 parturientas muertas en hospitales en 2016 por causas asociadas al embarazo o parto, según datos obtenidos del Ministerio de Salud y divulgados por el ex ministro de salud e investigador José Félix Oletta”. En 1957 esa era la mortalidad, antes del comienzo de la democracia en 1958.

 

 

 

¿A los militares que viajan, pasan vacaciones y regresan por La Carlota no les tiembla un poquito el corazón? ¿A quienes custodian ese aeropuerto y ven a los burócratas rojitos airear su riqueza y descender de esos aviones cargados de maletas tampoco? ¿Los niños muertos al nacer, las parturientas que fallecen por falta de atención adecuada no perturban los sueños de los patriotas uniformados?  ¿Qué día ingrato los volvió ciegos ante al dolor y la muerte?

 

 

Editorial de El Nacional

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