Entre tanto jaleo ocurren cosas que le recuerdan a los venezolanos que Dios no los abandona. Para un pueblo profundamente creyente y de mayoría católica es muy significativo el paso que ha dado la causa del médico José Gregorio Hernández. Es una alegría como pocas y Venezuela se la merece.

Más allá de lo que afirme la Iglesia Católica a través de sus representantes en Venezuela, que llevan desde 1949 tratando de elevar a José Gregorio a los altares, ya los venezolanos lo creen santo y le piden siempre ayuda cuando su salud se resquebraja.

La característica más importante del beato José Gregorio es que era un hombre normal, un ciudadano más, pero con el don extraordinario de curar. Su vida es la prueba más fehaciente de que con esfuerzo y dedicación cualquier venezolano podía labrarse una carrera.

José Gregorio fue un hombre de lucha con un objetivo claro: ser médico y curar a los venezolanos. Y ese don que Dios le dio lo sigue ejerciendo desde el cielo, porque cuando es invocado con fe, acude a prestar su ayuda, a imponer sus manos. Seguramente hay muchas pruebas de ello, pero Yexury, la niña llanera, pasará a la historia como el milagro que lo hizo subir un escalón más.

Y a José Gregorio hay que acudir hoy más que nunca. Hoy que comienza la cuarentena otra vez. Hoy que el régimen ha decidido cerrar el libre tránsito. Hoy que el régimen se da el lujo de expresar alarma pero sigue mintiendo con los números.

José Gregorio, el pueblo venezolano está indefenso. Sobre cada uno recae la responsabilidad de evitar el contagio con covid-19 porque es muy poco creíble la supuesta eficiencia que invocan los jerarcas del régimen para manejar la epidemia. Seguro has visto recrudecer el sarampión, la malaria y la tuberculosis en estos años de infamia. Así que es muy poco probable que, sin tu ayuda, el pueblo venezolano pueda salir de esta.

La cúpula del poder lo que ha hecho es politizar la lucha contra el virus, echarle la culpa a los países que se le oponen ideológicamente. Ve como enemigos a cada uno de los pobres venezolanos que vuelven al país. Asegura tener un cordón de contención social en la frontera, pero todo el país sabe cómo son maltratados, cómo pasan hambre y cómo duermen en el piso. José Gregorio, ayúdalos.

Ayuda a los enfermos crónicos, a los ancianos que no tienen más remedio que salir a buscar comida, a los que comen de la basura. La cuarentena no vale nada para ellos y solo tu mano salvadora puede interceder para salvarlos.

José Gregorio, ayuda a cada uno de los médicos venezolanos que como tú lo único que desean es curar. Ilumínalos para que puedan seguir salvando vidas con tan pocos recursos.

Hoy más que nunca necesitamos que las milagrosas manos de José Gregorio protejan a los enfermos desamparados por un régimen que miente y poco hace.

Editorial de El Nacional