Hoy el aplauso es para los periodistas
junio 27, 2020 7:46 am


 
 Ser periodista siempre ha implicado riesgos. La profesión ha sido catalogada como una de las más peligrosas. Desde la universidad, el que estudia la carrera sabe que el objetivo es uno solo: descubrir la verdad y contarla. Aunque el mundo de las ciencias sociales no es de absolutos, también se sabe que a veces hay más de una verdad, o lo que es lo mismo, más de una versión de los hechos.

 

 

También se aprende que el papel del periodista tiene mucho peso en la sociedad. Su responsabilidad es ejercer de contralor del poder, está en la obligación de señalar lo malo y de ensalzar lo bueno que sucede.

 

 

Todo lo anterior es la teoría. La práctica es bastante más complicada. Si a eso le agregamos que el ejercicio de la profesión depende de muchos factores, se entenderá que ser periodista y cumplir a cabalidad con los principios y los valores es una tarea bastante difícil.

 

 

Por ser tan dura la práctica del periodismo, a veces la gente llega a pensar que no son seres humanos. Pero en realidad en las sociedades normales se convierten en un poder más, con la fuerza de la independencia, pues no están o no deben estar adscritos a ningún gobierno, partido o sector. Por eso aquí en Venezuela antes se hablaba del cuarto poder.

 

 

Vamos a agregarle la guinda a la torta, ser periodista en dictadura. La presión de un régimen puede convertir a un periodista sin principios en un peón. Pero también en un mártir. Cumplir con la misión de señalar, denunciar y respaldar a los más necesitados requiere de mucha valentía, porque está en riesgo su vida y la de sus familiares.

 

 

Aunque se hable en abstracto, ejemplos hay de sobra en este país. De ambas cosas, de periodistas que han preferido las mieles del poder y comparten marramucias con el régimen. Y de periodistas que han arriesgado su vida o han tenido que huir para salvarla por el simple hecho de descubrir y contar los malos manejos de la cúpula roja. Estos son la mayoría.

 

 

El periodista venezolano se ha valido de cualquier medio para ejercer su profesión, para prestar su voz al venezolano, para denunciar y para presionar. Es una situación sin precedentes, pues ha tenido que valerse de su propio nombre y de sus redes sociales sin el respaldo de grandes medios, como sí ocurría en los años de la democracia. Eso los hace más valiosos.

 

 

Con uñas y con dientes, con los pocos recursos de su bolsillo. Ya no son panfletos clandestinos, es un teléfono, un video casero, 140 caracteres o una cadena por redes sociales. El periodista venezolano no ha descansado y después de más de 20 años sigue parándose frente a la dictadura.

 

 

Conmemoremos con orgullo la valentía de cada reportero que no se ha cansado, cada periodista que sigue tecleando noticias, cada uno de los que todos los días se enfrenta a la realidad tan dolorosa que vivimos y que hace de tripas corazón para seguir informando. Porque sienten el mismo dolor que todos, pero se sobreponen y hacen su trabajo. Por eso son héroes.

 

Editorial de El Nacional